martes, 17 de diciembre de 2013

LA GENTE


Una obra que habla por su propio nombre

La Gente, es una apuesta escénica que en lo personal me pareció muy atractiva. Un poco lenta por momentos, pero en relación al espacio ficcional propuesto, uno logra comprender por qué es así. Se trata de un trabajo colectivo en el amplio sentido de la palabra. No existe una separación física entre el espectáculo y el público, ni tampoco una caracterización teatral que permita identificar a actores de espectadores. En mi caso, conozco a los intérpretes (Alexandra Farías, Francisco Valdivia, Lorena Saavedra, Christián Riquelme, Andrés Hernández, Solange Durán y Omar Rivera), pero me resulta muy entretenido imaginar cómo hubiese sido mi experiencia si no los conociera. Al mismo tiempo que nosotros, los actores entran en el espacio escénico que consta de una ronda de sillas ordenadamente dispuestas como es habitual en las asambleas universitarias. La iluminación es simple, luz de sala de principio a fin y el elenco permanece repartido entre la gente. Para uno que ya conoce el acontecimiento que implica una asamblea, parece un ambiente familiar, casi como algo repetido, sin embargo no deja de intrigarme qué pensará alguien que nunca en su vida ha vivido la experiencia de una asamblea universitaria, o de sindicato, o de cualquier tipo; o también me pongo en el caso de cómo será para una persona que no le interesan este tipo de instancias o que simplemente, las ignora. Es interesante la diversidad de reacciones que se pueden observar en un grupo de gente tan diverso, entre estudiantes, actores en formación y profesionales, intérpretes aparentemente ocultos y público general.
Al principio, una pareja de dirigentes (Alexandra Farías y Francisco Valdivia) pone orden y acomoda con las palabras la ubicación de quienes quedan sin asiento, todo esto muy apegado a las costumbres de una reunión de este tipo. De esta manera avanza poco a poco la trama muy apegada a la realidad, pero se entiende que es ficción, que los que hablan son intérpretes y cuando un espectador aventurado opina, parece gracioso y en ocasiones inapropiado, porque resulta intrigante descubrir a qué se debe esta asamblea. De alguna forma uno se siente parte de esa lucha que se insinúa constantemente y de la que no se dan mayores detalles. Es interesante como uno se puede identificar humanamente con cada uno de los personajes, compartiendo o no sus opiniones personales. En este sentido quiero destacar la breve participación de Solange Durán, cuando nos narra una experiencia traumática dentro de una marcha. En intervenciones como ésta, surgían susurros opinantes tanto entre actores como entre público o entre ambos y aunque varios guardáramos silencio, es inevitable no reflexionar interiormente mientras escuchas las quejas, los pesares, las esperanzas o las ideas de otro. Aparece un monólogo interior que surge de frases pasajeras como: yo diría que…, a mí también me pasó…, me siento igual…, yo creo que…, eso pasa por… Entre otras reflexiones que nos llevan como espectadores a formar parte esencial de la acción. Porque todos estos monólogos interiores que fluyen espontáneamente son los que crean la esencia y la atmósfera de este montaje. Pues como mencioné en principio, no hay iluminación, ni vestuario, ni escenografía que teatralice la puesta en escena, sino que es la gente asistente la que da vida a la obra de Perez&Disla.
Cabe destacar que La Gente es un proyecto de los españoles Jaume Pérez (director, escenógrafo y diseñador gráfico) y Juli Disla (actor, dramaturgo y guionista), quienes organizan y componen la compañía de teatro Pérez&Disla. La obra se presentó en su país de origen con elenco nacional, obteniendo una considerable acogida del público hispano. La idea nace en un contexto político donde las movilizaciones sociales propician el descontento masivo del pueblo español ante las decisiones político-económicas. Escenario que no dista en demasía con el que estamos viviendo en nuestro país, sobre todo después del recordado movimiento estudiantil del pasado 2011. Esta semejanza entre otras cosas, impulsan la invitación que el director del departamento de artes escénicas de la UPLA, Giulio Ferretto, hiciera a Pérez&Disla, en su paso por España.
La Gente, es una instancia de asamblea que se sube al escenario, donde los hitos se van cumpliendo como lo harían en cualquier reunión de este tipo: ansiedad por expresar ideas, metas que se deben cumplir a partir de una lista de temas a resolver, el susurro constante de los presentes, la comida que aparece tímidamente, el tiempo que se hace corto, concluyendo con el cierre, que es el fin de la obra y que no deja de ser predecible. Finalmente no se resuelve nada, queda la sensación de que hace falta una continuación, algo así como la angustia que se genera cuando no nos es posible llegar a un acuerdo común dentro de un grupo grande, para mí una sensación familiar. No obstante, concluyo que es un buen ejercicio para acercar a la gente a las instancias de movilización, por ende un trabajo muy humano. A pesar de que nunca se sabe muy bien a quién, ni por qué, ni qué se está reclamando exactamente, la emotividad y compromiso de los intérpretes hace de La Gente un espectáculo ameno, sincero y cercano. Si bien no es nada nuevo, desde la mirada de una exalumna universitaria, creo que es una interesante iniciativa para seguir investigando dentro las posibilidades escénicas que nos entrega nuestro oficio.

L.C.