sábado, 10 de mayo de 2014

MALALMA


Parasomnia para cuatro cuerpos

 Una pieza de teatro-danza trascendental



El título de este espectáculo ya es una consecuencia. El nombre principal con el subtítulo puesto identificablemente al modo de una pieza de música docta: Vivaldi, concierto para violín y cuatro cuerdas. Pero este concierto es en realidad danza teatro. Quizá si es un concierto, pero para cuatro cuerpos que son los intérpretes. Es decir las cuerdas que se tocan son los cuerpos y la música los movimientos o sea la danza. En realidad Malalma es en vez de un concierto una parasomnia que debe ser interpretada por estos cuatro cuerpos, es decir un trastorno del sueño interpretado como una pieza de arte musical, traducida en danza teatro. Es un espectáculo muy rico en lecturas. Por lo demás surge inevitablemente una predisposición hacia lo que se presenciará sólo en consecuencia de este nombre. Malalma también es una denominación que permite encontrar el sentido de importantes detalles del primer trabajo creativo de la Compañía Fugitiva. En primer lugar, nos adentran en la atmósfera con el mantra de Ganesha, el que destruye los obstáculos. Existe un vínculo con el mundo espiritual muy potente que determina crecientemente el hilo conductor de la obra. Hay un contexto claro que es la noche, me atrevería a afirmar que se trata específicamente de la noche de Valparaíso. Una parasomnia para cuatro cuerpos rescatados del puerto noctámbulo.
No hay sexos para esta puesta en escena, sólo cuerpos, interpretes, sin embargo si hay sexo (no explícito), hay caricias, hay amor, frialdad, carencia, soledad, nostalgia, represión, dominio, sirvientes, divinidad, un dios que es el de todos o de ninguno. El alma está mal, entonces su divina gracia llega al puerto noctámbulo que grita auxilio.
Es muy interesante como a través de “esta extraña gimnasia” la compañía Fugitiva nos narra una historia a través de capítulos, o continuando con las denominaciones del mundo de la música, a través de movimientos que dividen el concierto en diferentes momentos, entre ellos: la conexión con el inconsciente y la meditación trascendental, el despojo, el sueño por cansancio y el frío de la calle, la soledad de los fugitivos del sistema, el agua que limpia el alma, y la divinidad nocturna que domina a estos tres seres olvidados que viajan al pasado del inconsciente o preconsciente, precisamente para recordar situaciones que ya no volverán.
La primera vez que presencie Malalma, no dejaba de sorprenderme el paso de cada cuadro, o capítulo o movimiento, sin embargo en la segunda oportunidad, ya me encontraba preparada para lo que venía, por lo tanto mi recepción fue más clara y detallista, lo cual se agradece, es de esas obras que se pueden ver más de una vez por su gran variedad de lecturas dispuestas a la interpretación del espectador.
Es un espectáculo que juega con el imaginario de todos los presentes, un viaje intenso, rápido, hasta puede llegar a ser un poco corto, entonces uno puede quedar con ganas de más y convertirse en un espectador ambicioso.
La segunda vez que tuve el placer de presenciar el montaje, pude ver que, sí,  había mejorado. Sobre todo en lo que respecta a la precisión, que en primera instancia fue más débil; quiero resaltar la gran capacidad de los actores/bailarines al entregarse corporalmente a los relatos que permiten el viaje. La sincronía es un eje claro, bello y desastroso, en el buen sentido del desastre. Sin embargo, creo que aún falta encontrar ese desastre que sea inconfundiblemente sincrónico.
Respecto a las actuaciones, creo que estamos en presencia de mucha sensibilidad, destreza física y compromiso. No obstante, cuando existe en ellos el despojo absoluto del cuerpo para volcar la energía solamente a la mirada nostálgica de estos seres errantes, son momentos teatrales que encierran el viaje en su propio universo. Creo que este fenómeno cuando surge es maravilloso y cuando no, se vuelve irregular. Debo tomar en cuenta que es un trabajo que recién ha comenzado a dar temporadas, siendo el salto de la primera a la segunda, de gran calidad escénica.
Al estar ante esta parasomnia para cuatro cuerpos, nos encontramos ante una reflexión desde el inconsciente. Con su director, Claudio Díaz, haciendo su labor desde adentro, como personaje, o quizá detrás del personaje, o bien a través de esta especie de divinidad. El director de escena, desde el tiempo de Craig a la fecha, ha dejado de ser quien domina sus marionetas, sin embargo no deja de ser la entidad omnipresente dentro del proceso de la creación teatral. Es quien determina, quien decide, quien observa y puede modificar todo lo que pasa y cómo pasa. En este sentido, los tres cuerpos: Amanda Puentes, Constanza Mansilla y Guillermo Placencia son el acompañamiento, los acordes de una oniromancia dirigida por su divina gracia.
Sudor, saliva, olor, suciedad, harapos, bolsas de plástico recicladas, cajas de cartón, cajones de feria, ropa usada y otros elementos de esta índole, reutilizados, marcan el diseño escenográfico y la puesta en escena. La iluminación escogida también cumple un rol fundamental fluctuando entre pequeños chispazos de luz, a una imponente luminosidad del show, tipo cabaret.
La ópera prima de la Compañía Fugitiva, es un espectáculo en esencia visual, desde la perspectiva de la recepción, ya en ejecución la esencia surge de la destreza corporal, ya que no hay diálogo verbal, sólo gemidos, gritos, risas y expresiones como éstas. Desde la primera perspectiva, considero que se trata una experiencia muy similar a la que se experimenta al presenciar una obra pictórica, ya que especialmente las imágenes que se proponen están muy cargadas de sentido. Rescato el particular momento escénico en que los tres cuerpos noctámbulos (Constanza Mansilla, Amanda Puentes, Guillermo Placencia) hacen la acción física de vestir la silueta o la sombra o lo que sería el contorno de su deidad (Claudio Díaz), para luego repetir la misma acción con el cuerpo de su divina gracia presente. Se logra una imagen muy potente en términos visuales, una percepción de figura fondo, pero no surge necesariamente a través de los códigos escénicos, sino utilizando recursos que ya hemos visto en artistas que trabajan la oniromancia, como René Magritte y su Le faux mirroir (Espejo falso), entre tantas otra piezas que nos permiten reflexionar sobre la clarividencia, por mencionarlo de alguna manera, que tienen muchas obras surrealistas. En el caso de Magritte, se habla de un realismo mágico, ya que de cualquier imagen cotidiana, él la reordena a su gusto con el objetivo de proyectar una idea visual sobre la realidad. Es decir, en su obra vemos espacios reales trastocados por una idea que se quiere expresar, pero todo esto a través de la imagen, en este caso pictórica. Es el caso del Le faux mirroir, donde podemos observar un ojo humano, que sin embargo tiene por reflejo un cielo celeste con muchas nubes. Lo que rescato de este cuadro, en relación a Malalma, es que me hace reflexionar sobre hasta qué punto la percepción surge de la realidad y hasta qué punto se aleja de ella. Desde qué punto en Malalma somos capaces de percibir que los movimientos de los tres intérpretes aluden a la silueta del personaje que viene a rellenar el vacío espacial, existente previamente a su entrada. Es una complejidad que no puedo dejar de destacar, ya que durante toda la obra, vemos como la Compañía Fugitiva, juega con nuestro imaginario, encontrando en cada uno de nosotros un millar de interpretaciones. Durante toda la obra son personajes identificables dentro de nuestra ciudad, sin embargo, nos encontramos en un juego constante entre lo identificable como una interpretación de la realidad y su proyección hacia lo irreal, lo intangible y lo mágico. Es por esta razón que deduzco que presenciar Malalma, me recuerda mucho al acto de la meditación, pues las posibilidades que conocemos bien en el plano consciente, se disparan en un viaje que va y vuelve constantemente.

L.C.



*Edición: Paz Francisca Soto


FICHA TÉCNICA

Compañía Fugitiva
Obra     : Malalma/Parasomnia para cuatro cuerpos
Dirección: Claudio Díaz
Elenco   : Amanda Puentes, Constanza Mansilla, Guillermo                    Placencia, Claudio Díaz
Técnico  : Ximena Cañas
Gráfica  : Ramón de la Asunción
Duración : 55 minutos

NOTA: Esta obra ha tenido dos temporadas exitosas en la Sala Síntoma Teatro, Valparaíso 2014