domingo, 24 de mayo de 2015

MUJERES QUEBRADAS, LAS CENIZAS DE LA PIEL



Una sensible mirada de compasión y memoria



Mujeres quebradas, las cenizas de la piel, es la última creación de la compañía porteña Teatro Experimento Pierrot. Montaje que en esta oportunidad conmemora los 16 años de trayectoria de la compañía y que además, corresponde al egreso de Magister en artes con mención en dirección teatral (Universidad de Chile), de su director Franko Ruiz-Vicencio.


Se trata de una pieza que destaca por su belleza visual, precisión coreográfica y adecuadas composiciones musicales de Johna Vergara. Es un trabajo creativo donde los estímulos corporales funcionan como herramienta esencial de la acción escénica. A través de una investigación basada en los preceptos de la Bioenergética, de Alexander Lowen, es que el director explora las posibilidades que dichas prácticas ofrecen para la construcción de la escena.

La expresión emocional del individuo constituye una unidad. No es la mente la que se encoleriza y el cuerpo que golpea. Es el individuo quien se expresa. Nosotros estudiamos cómo se expresa un individuo concreto, cuál es el alcance de sus emociones y cuáles sus límites. Se trata de estudiar la motilidad del organismo, ya que la emoción se basa en la capacidad de “con-moverse”[1]

Diferentes estados de tensión en el cuerpo de las actrices direccionan las emociones y a su vez la tensión dramática de cada momento. Por otra parte, existen también, instantes pequeños de diálogo entre personajes –las madres y sus hij@s-, pero que siempre acontecen de manera parcelada, entre coreografías y diálogos; o dicho de otro modo, entre danza y teatro. Estamos, entonces ante una construcción de sentido, tipo rompecabezas, donde uno como espectador va armando a medida que avanza la trama.


Mujeres quebradas…, es un drama que narra tres historias de tres madres que han perdido su hijo. Historias rescatadas de la vida real y que pertenecen a distintos sectores del mundo, contexto, espacio y tiempo: Alemania nazi, secuelas de la bomba en Hiroshima (Japón), Dictadura militar chilena.


Lo que más destaco de la última creación de Teatro Experimento Pierrot, es la firmeza de las decisiones escénicas, apreciando la consolidación de un lenguaje y estética visual que caracteriza la poética de su autor. En cuanto al diseño integral, considero que aporta enormemente en la construcción estética de la obra, contribuyendo para que la melancolía de los  tres relatos, se tiña con la belleza visual y melódica de la puesta en escena. Las actuaciones cumplen, pero aparecen un tanto rígidas por momentos, confundiéndose el estímulo corporal, con una suerte de sobre declamación del texto dramático. Sin embargo esto no ocurre en todos los casos, ni tampoco todo el transcurso de la obra, pero es un detalle que se podría afinar.


Mujeres quebradas… es un trabajo sensible, que nos invita a viajar hacia la memoria de estas tres mujeres escogidas entre un sinfín de anécdotas históricas propiciadas por los azares de la vida. Tres madres y sus ingratos destinos como consecuencia de contextos bélicos. Es un montaje que más allá de una crítica sociopolítica, invita a la compasión que implica sensibilizarnos con el pesar ajeno.

L. C.


Ficha Artística

Dramaturgia y Dirección: Franko Ruiz-Vicencio

Asistente Dramaturgia: Mauricio Barría Jara
Elenco: Marcela Gamboa Rojas, Francia Pacheco Westphal, Gabriela Arancibia López, Erika Fellay Wittenberg, Macarena Paredes Ríos, Denise Surhoff Cereceda.
Diseño y Confección Vestuario: Nicoletta Fuentealba
Asistente Vestuario: Anto San Feliú Diseños
Diseño y Confección Escenografía: Gonzalo Tobella y Gonzalo Meza
Diseño Iluminación: Denisse Duarte Medina
Diseño Gráfico: Bredize Quintana Korze, Bárbara Quintana Korze
Música: Johna Vergara
Audiovisual: Cristian Pérez Pérez
Participación especial de Ignacia, Leeloo y Amaru.




[1] Lowen, Alexander: El lenguaje del cuerpo, España, Editorial Herder, 1995, p. 11 y 12


miércoles, 13 de mayo de 2015

NO PODRÍA VIVIR EN UN PAÍS SOCIALISTA




La incestuosa negación de la memoria e identidad chilenas







No podría vivir en un país socialista (Mejor Montaje Festival en Pequeño Formato Humberto Duvauchelle 2014) es el primer trabajo de la compañía de teatro Situación País,   integrada en su mayoría por egresados de la Escuela de Teatro de la Universidad de Playa Ancha.

Con una puesta en escena muy atractiva desde el aspecto visual, Situación País nos muestra desde el humor diferentes posturas ideológicas de tres hermanos: Hilda (Génesis Irribarra), Carmen (Constanza Segovia) e Iván (Daniel Álvarez) que se reúnen en torno al regreso de Fernando, quien por lo visto lleva una importante cantidad de años residiendo en Cuba. Lo particular de la ocasión es cómo se preparan para recibir al cuarto hermano, buscando generar un ambiente propio de los años setenta, como una forma de conmemorar el instante en que Fernando deja el país –lo cual podría ser indicio de que aquel viaje fue consecuencia de un exilio. Es a través de la preparación de la bienvenida a Fernando, que la obra nos invita a presumir o bien a dilucidar sobre las temáticas  que se desprenden de las relaciones entre estos tres hermanos; por un lado tenemos a Iván (Daniel Álvarez), un chileno que no se reconoce como tal, a Carmen (Constanza Segovia), la arribista de la familia y a Hilda (Génesis Irribarra), la inocente y entusiasta anfitriona, que pone todo lo que esté a su alcance para que esta reunión salga a la perfección. Además está Chicho, que al parecer fue una mascota –un perro quizá –que yace bajo una tumba de tierra en el patio de la casa. También está la madre de estos cuatro hermanos, a quien nunca vemos, y por quien se organiza todo en pro de su felicidad. Y por supuesto está Fernando, el esperado hermano que ansiamos conocer.


Personajes visibles y personajes invisibles


En el transcurso de esta historia observamos a tres personajes visibles y tres personajes invisibles. Considero que los tres visibles representan por su parte la superficialidad y fragilidad de nuestra idiosincracia, de una identidad que no identifica o que no convence a nadie. Mientras que en los tres invisibles, encontramos la sustancia discursiva de este reencuentro que finalmente no vemos, porque no se resuelve. Me tomaré la libertad de detenerme en cada personaje invisible, determinando lo que puede llegar a significar su participación en la obra.

La madre. Representaría la persistencia del chileno de pretender o aparentar que todo marcha bien en este país (de manera particular y/o colectiva), cuando en realidad no es así.

Chicho, el muerto. Ese “detalle”, ya sea personal o colectivo, del que no queremos hacernos cargo.

Fernando. El retorno de una memoria que nos persigue, como una especie de karma con el cual no hemos sido capaces reconciliarnos como sociedad.

No podría vivir en un país socialista es un montaje rico en aspectos temáticos, visuales y actorales, sin embargo aún carece de ritmo y convicción escénico-política. Esto implica que la obra a pesar de sus puntos a favor, caiga por momentos, ya sea por el ritmo de la escena, o por una débil convicción política, impidiendo que ricos instantes de humor negro, se disfruten con buen sabor.

La convicción política es la clave para que este montaje siga creciendo escénicamente. Y cuando me refiero a convicción, estoy apuntando al origen de las decisiones escénicas, que aún no aparecen claras o con la solidez que podrían alcanzar. Corriendo el riesgo de quedar como una puesta que sólo posee belleza estética en la forma, en vez de resaltar el valioso contenido de las temáticas que propone (identidad, memoria, idiosincrasia)

L.C.

FICHA TÉCNICA

Dramaturgia: Daniel Álvarez Leyton (Texto original “Requiem para Fernando” de Daniel Riquelme) Dirección: Situación País Elenco: Génesis Irribarra Riquelme, Constanza Segovia Chamorro, Daniel Álvarez Leyton. Realización escenográfica: Yerko Contreras Diseño Integral: Situación País Ilmunación: Yerko Contreras Sonido: Sebastián Caro