domingo, 2 de agosto de 2015

YERMA



La difícil comunión entre cuerpo y poesía







Yerma del poeta Federico García Lorca, es la producción más reciente de la compañía Teatro AlmaZen, siendo la tercera parte de la Trilogía Rural, que comenzó con La casa de Bernarda Alba (2013) y Bodas de Sangre (2014) del mismo autor. Con una trayectoria que parte el año 2011, la compañía oriunda de Con-con, se caracteriza por homenajear la obra de autores reconocidos de la literatura nacional e internacional como: Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Antoine de Saint Exupéry, Oscar Wilde, entre otros.



El doble de la vida

Es cierto que cuando asistimos al teatro nunca podremos estar seguros de lo que sucederá. Aunque nos hayan contado de qué se trata la obra de principio a fin, o aunque hayamos observado un video, o incluso aunque se trate de un clásico. Jamás, ninguna función será igual a otra. Es por esta razón que nuestro oficio funciona como un paralelo de la vida, o como Artaud ya lo dijo, el doble de la vida. Desde esta perspectiva y al tratarse del estreno de la tercera parte de su Trilogía Rural, considero que aún falta mucho por resolver en términos de ritmo, fluidez y seguridad interpretativa. Lamentablemente los que asistimos aquel día, no fuimos testigos de una buena función.



Yerma, bajo el alero de su época

Lo que vemos en sí, es una versión tradicional de la obra lorqueana, muy apegada al texto dramático y su contexto propiamente. Sin embargo, apreciamos una propuesta escénica que  consiste en prescindir de objetos y escenografía en general, para centrarnos en la utilización del cuerpo como medio expresivo. Es así como a través de desplazamientos coreográficos, música envasada, cantos en vivo y una iluminación precisa, se nos narra la trágica historia de Yerma.

Yerma, narra el infortunio de su protagonista, quien al no poder concebir un hijo, se frustra hasta llegar a un nivel de histerismo. La mirada inquisidora de una época (principios del siglo XX) y sus propios fantasmas, le hacen a Yerma sentirse inútil, desvalida e inválida para un contexto donde las únicas funciones valiosas de una mujer consistían en criar hijos, consentir las órdenes del marido y mantener la armonía del hogar. En esencia éste es el conflicto temático que atraviesa la obra de principio a fin.


El incierto espacio entre una buena idea y su ejecución 

En relación a la puesta en escena, considero que visualmente, en lo que respecta al diseño integral, la propuesta es bella limpia y formal. No obstante, carece de profundidad y originalidad. No hay mucha búsqueda más allá de la iluminación que es correcta, el vestuario que replica la época y una especie de mural que permanece inmóvil como telón de fondo durante todo el transcurso del montaje.

En el caso de las actuaciones, aparecen un tanto rígidas –quizás por la ansiedad del estreno–, ya sea por la manera de interpretar el texto lorqueano, como por la propuesta corporal que consiste en estar en continuo desplazamiento. En general falta que las coreografías se vean integradas en la interpretación actoral, para que no se conviertan en un detonante de carencias de ritmo y de la fluidez poética, característica de Lorca.

La apuesta desde la dirección, me parece clara, pero aún no logra consolidarse, principalmente desde la interpretación. Es notorio que la idea consiste en representar el texto Yerma en forma tradicional, pero añadiendo dichos desplazamientos continuos que provocan una sensación vertiginosa, como si el tiempo avanzara rápida y ansiosamente. Algo que se podría asimilar a lo que en el contexto cinematográfico se conoce como efecto zolly o dolly zoom. }

Yerma, en la versión de Teatro AlmaZen, es en sí, un espacio vacío que busca llenarse con el ritmo coreográfico del cuerpo y la poesía.


L. C.


FICHA TÉCNICA

OBRA: Yerma

COMPAÑÍA: Teatro AlmaZen

DIRECCIÓN: Andrés Céspedes Bascuñán

DRAMATURGIA: Federico García Lorca

ELENCO: Jessica Ortiz, Andrés Céspedes, Valeria Fernández, Marco Valdivia, Tannia Valdés, Marta Núñez, Francisca Rodríguez y Andrea Bannach.

PRODUCCIÓN: AlmZen