martes, 10 de mayo de 2016

¿Y SI HABLARAN DE NOSOTR@S?

Quizá tod@s o más de algun@ saldría de su escondite







“Si la glaciación se cargó a los dinosaurios. ¿qué pasó con las lombrices?”, es la premisa simbólica con la que se inicia el proceso creativo de ¿Y si hablaran de nosotr@s?, palabras de Anna Albaladejo, refiriéndose al impacto de la crisis económica que afecta a España en la última década, personificada como una era de glaciación donde tanto poderosos dinosaurios como pequeñas lombrices se han visto muy afectad@s.
¿Y si hablaran de nosotr@s?, partió siendo un proyecto de creación dramatúrgica (2013), becado por Culturarts, publicado por Red Escénica y producido como Residencia de Teatro de lo Inestable, contando también con la colaboración de Culturarts de la Generalitat Valenciana. Anna Albaladejo, actriz, dramaturga, directora y doctora por el Departamento de Filología Hispánica de  la Universitat de València, es quien gesta y encabeza el proyecto contando con una exitosa primera temporada iniciada en el mismo Teatro de lo Inestable, que les ha permitido presentarse en importantes escenarios valencianos como Sala Ultramar y Teatro Rialto. Actualmente, con su reestreno en la Sala Off (abril recién pasado), comienza una segunda temporada que recorrerá salas independientes como Carme Teatre, Teatro Círculo de Benimaclet, entre otras, en lo que resta del presente año.
El espectáculo protagonizado por su autora y la también actriz, dramaturga e investigadora Maribel Bayona, cuenta con una importante indumentaria audiovisual que llena el espacio íntimo e imaginativo de las personajes. Se trata, entonces, de una puesta en escena visualmente dinámica, a pesar de la sencillez en lo que respecta a la utilización del espacio, que sin ser minimalista, denota el escenario propio de un hogar al borde del desahucio.


¿Quién habla de nosotr@s?

Estamos ante el reencuentro de dos hermanas que bordean los cuarenta años, el cual surge luego de que el inmueble que heredaran de su madre, haya sido reclamado por deudas de Mara (Anna Albaladejo), periodista y hermana mayor que habita en la propiedad. Su hermana Vera (Maribel Bayona), por otra parte, es una actriz que regresa sin mucho éxito de un viaje en busca del anhelado reconocimiento, y por qué no exponerlo, de la tan sobrevalorada fama. La acción transcurre en el letargo de una cotidianeidad vacía, entre diálogos dispersos y la sumisión a artefactos electrónicos propios de nuestro tiempo como fuente expresión y/o comunicación por excelencia: el ordenador de Mara y móvil de Vera. Redes sociales, revueltas populares, corrientes filosóficas que parecen naufragar en el inconsciente colectivo de unas “lombrices” que se sienten tan aplastadas por la gran crisis económica, casi tan famosa como la actriz de cine Penélope Cruz. Desde este lugar deviene la interrogante que titula la puesta en escena dirigida por la doctora Albaladejo, si por tan sólo un día –una función de teatro por ejemplo –la atención de los medios de comunicación diera vuelta la cara hacia el otro, hacia la lombriz que se esconde en su agujero para protegerse. Una vez en este contexto, ¿qué pasa cuando incluso ese espacio íntimo es perturbado por la negligencia de quienes mantienen con vida a los “dinosaurios”? En tal caso ¿Quién habla de nosotr@s?


En la era de las comunicaciones.

En cuanto a la puesta en escena y diseño integral en general, resulta un espectáculo muy atractivo, dotado de una dramaturgia que por momentos luce bellas y fuertes imágenes poéticas,  interpretaciones bien elaboradas, destacándose la indiscutible complicidad escénica entre las actrices; una iluminación (Diego Sánchez) cargada de proyecciones audiovisuales (Juan Domingo) y composición sonoro-musical (Carre Moreno) que brilla por su notoria vinculación con la propuesta escénica en su conjunto.
Redes sociales, medios de comunicación, aparatos electrónicos de funcionamiento “inteligente”, entre otros elementos aludidos por la dramaturgia de la autora valenciana, nos invitan a sumergirnos en un drama que pertenece a nuestro tiempo, de menor o mayor contingencia, según el lugar desde donde se mire, ¿Y si hablaran de nosotr@s? es un drama que fluctúa entre el exceso de información visual y el tiempo aletargado de una espera angustiosa y aparentemente irremediable.
L. C.


EQUIPO DE ACCIÓN
Interpretación: Maribel Bayona y Anna Albaladejo
Diseño Audiovisual y Gráfico: Juan Domingo
Diseño de Sonido: Carre Moreno
Diseño de iluminación: Diego Sánchez
Vestuario: Nuria Cruz Fuerte
Asesoría técnica: Pedro Lozano
Fotografía: Alan Dacheoux
Dirección de actrices: Victoria Salvador

Dramaturgia y Dirección artística: Anna Albaladejo

martes, 5 de abril de 2016

A VIVA MUERTE


Polvo seremos, pero de poesía vivimos







La realidad es una palabra con muchos significados
Peter Brook




A viva muerte es básicamente un recital de poesía y a su vez, esencialmente, una performance audiovisual. Me refiero al término performance ya que no estamos frente al “intérprete de”, sino frente a un poeta, el valenciano David Trashumante, que dispone de su propia persona y de los elementos que selecciona cuidadosamente junto a su equipo –Alejandro de Sousa, Ysa Cruz y Daniel Frechina– para la realización de este particular concierto  poético.
Se trata de una versión escénica del libro  A viva Muerte poemario homónimo publicado por Baile del Sol en 2015. Dichas piezas que en conjunto y por medio de su lectura/acción (David Trashumante) musicalización (Alejandro de Sousa) nos hacen viajar por espacios y escenas surrealistas.
Un canto a la muerte como el fin de un tránsito inevitable, donde los que “ya no están” reviven a través del lenguaje –escénico y de palabra– para recordarnos que existieron, que marcaron más de una biografía, escrita o imaginada, y sobre todo al poeta, quien se entrega o bien, quien se “sacrifica” ante nosotros para recordar a sus propios muertos.
Es una inmolación de memoria, a veces melancólica, a veces infantil, incluso humorística,  también histórica, donde el poeta disfruta de una autoflagelación poético-escénica de la que estamos invitados a disfrutar, sin convertirnos por ello en voyeristas sádicos.
Aunque no es una obra de teatro, sí es una puesta en escena muy cuidada desde el comienzo. Al entrar a la sala –en esta ocasión Carme Teatre– observamos el espacio dispuesto como si se tratara de una curiosa orquesta de cámara: atriles, instrumentos musicales, un lugar para quien dirige y atrás un coro de muertos o si se quiere, un coro de nombres de personas muertas que han marcado la historia universal, personificados en placas de papel.
Así como no es cualquier recital poético, no es cualquier acompañamiento musical, ya que también como espectadores, disfrutamos de una experiencia sonora que además de apoyar y complementar la actuación del poeta, brilla por sí misma. Efectos sonoros, instrumentos musicales con aplicaciones que subvierten el sonido tradicional –violín eléctrico con pedalera de efectos y como pizzicato, grabación de loopers, entre otros arreglos–. De modo que desde el sonido más clásico del violín hasta la armonía étnica de la flauta dulce barítona, nos encontramos con un paralelismo de aquella ruptura de la percepción también clásica de un recital de poemas.
Por otra parte, también está la proyección audiovisual, esbozada como una pausa a la ejecución escénica, como aquel poema que escuchamos, luego de la ejecución de un cuadro escénico que se mantiene estático mientras oímos/observamos.


Una palabra no empieza como palabra. Es un producto final de un impulso, estimulado por actitud y comportamiento, que manifiesta la necesidad de expresión[1]


¿Se trataría entonces de una escucha poético-escénico-visual-musical del inconsciente del poeta? Quizá un misceláneo de disciplinas que se reúnen en torno a la reconstrucción de una lectura que hacemos en conjunto. Incluso, podría decirse que es una performance que apela a una escucha comunitaria, y por qué no decirlo, a la práctica oral. Con ello me refiero a la tradición oral u oralidad, mecanismo de comunicación, o de transmisión de la cultura –en paralelo o en oposición al de la escritura– que hasta hoy sirve en la praxis a diversas comunidades indígenas sobrevivientes a los tiempos contemporáneos. Según esto, en parte, A viva muerte sería, entonces, un ejercicio de poesía oral. Pues por aquí creo que me he acercado a una definición de lo que vimos. Sin embargo, no escribo para definir, sino para transmitir el goce de la experiencia, del convivio irrepetible. Una experiencia que generosamente el poeta Trashumante nos regala a través de esta puesta en escena que de alguna manera materializa el inconsciente de sus imágenes. Que nos hace viajar por aquellos escenarios surrealistas, construyendo y deconstruyendo a medida que avanzamos entre un poema y otro.
Podríamos pensar en una fotografía de Man Ray en movimiento, en un cortometraje de David Lynch, en un concierto para violín de Schönberg que se tropieza con la armonía de un canto a la madre tierra, entre otros referentes visuales y/o musicales expulsados por medio de la poesía frenética, contestataria e irónica que caracteriza a Trashumante.
Y así, podría seguir aumentando la lista de referencias para lo que sería básicamente el recital de una cuidadosa selección de poemas del libro A viva muerte que decanta como: performance musical, experiencia sonora visual, crítica social política universal. Un caos poético que explota sistemáticamente en una puesta en escena, que conmemora, emociona y sobre todo, comunica.
Concluyo, reflexionando que no sería mala idea, repensar en la posibilidad de que la poesía re-anime a su público a traspasar las fronteras de la lectura individual, que aunque tampoco está mal, también pueda existir esta posibilidad diferente, de acercamiento entre autor y lector, y de escucha colectiva, oral.
L.C. 


FICHA ARTÍSTICA
Obra                               : A VIVA MUERTE
Texto, dirección e interpretación  : DAVID TRASHUMANTE (VLC)
Música en directo e interpretación : ALEJANDRO DE SOUSA
Sonido e iluminación               : Ysa Cruz y Daniel Frechina
Fotografía                         : Andrea de Andrés
Grafismo                           : Nociones Unidas





[1] Peter Brook, El espacio vacío, 1968