Parasomnia para
cuatro cuerpos
Una pieza de teatro-danza
trascendental
El título de este espectáculo ya
es una consecuencia. El nombre principal con el subtítulo puesto
identificablemente al modo de una pieza de música docta: Vivaldi, concierto
para violín y cuatro cuerdas. Pero este concierto es en realidad danza teatro.
Quizá si es un concierto, pero para cuatro cuerpos que son los intérpretes. Es
decir las cuerdas que se tocan son los cuerpos y la música los movimientos o
sea la danza. En realidad Malalma es
en vez de un concierto una parasomnia que debe ser interpretada por estos
cuatro cuerpos, es decir un trastorno del sueño interpretado como una pieza de
arte musical, traducida en danza teatro. Es un espectáculo muy rico en
lecturas. Por lo demás surge inevitablemente una predisposición hacia lo que se
presenciará sólo en consecuencia de este nombre. Malalma también es una denominación que permite encontrar el sentido
de importantes detalles del primer trabajo creativo de la Compañía Fugitiva. En
primer lugar, nos adentran en la atmósfera con el mantra de Ganesha, el que
destruye los obstáculos. Existe un vínculo con el mundo espiritual muy potente
que determina crecientemente el hilo conductor de la obra. Hay un contexto
claro que es la noche, me atrevería a afirmar que se trata específicamente de
la noche de Valparaíso. Una parasomnia para cuatro cuerpos rescatados del
puerto noctámbulo.
No hay sexos para esta puesta en
escena, sólo cuerpos, interpretes, sin embargo si hay sexo (no explícito), hay
caricias, hay amor, frialdad, carencia, soledad, nostalgia, represión, dominio,
sirvientes, divinidad, un dios que es el de todos o de ninguno. El alma está
mal, entonces su divina gracia llega al puerto noctámbulo que grita auxilio.
Es muy interesante como a través
de “esta extraña gimnasia” la compañía Fugitiva nos narra una historia a través
de capítulos, o continuando con las denominaciones del mundo de la música, a
través de movimientos que dividen el concierto en diferentes momentos, entre
ellos: la conexión con el inconsciente y la meditación trascendental, el
despojo, el sueño por cansancio y el frío de la calle, la soledad de los
fugitivos del sistema, el agua que limpia el alma, y la divinidad nocturna que
domina a estos tres seres olvidados que viajan al pasado del inconsciente o
preconsciente, precisamente para recordar situaciones que ya no volverán.
La primera vez que presencie Malalma, no dejaba de sorprenderme el
paso de cada cuadro, o capítulo o movimiento, sin embargo en la segunda
oportunidad, ya me encontraba preparada para lo que venía, por lo tanto mi
recepción fue más clara y detallista, lo cual se agradece, es de esas obras que
se pueden ver más de una vez por su gran variedad de lecturas dispuestas a la
interpretación del espectador.
Es un espectáculo que juega con
el imaginario de todos los presentes, un viaje intenso, rápido, hasta puede
llegar a ser un poco corto, entonces uno puede quedar con ganas de más y
convertirse en un espectador ambicioso.
La segunda vez que tuve el placer
de presenciar el montaje, pude ver que, sí, había mejorado. Sobre todo en lo que respecta
a la precisión, que en primera instancia fue más débil; quiero resaltar la gran
capacidad de los actores/bailarines al entregarse corporalmente a los relatos
que permiten el viaje. La sincronía es un eje claro, bello y desastroso, en el
buen sentido del desastre. Sin embargo, creo que aún falta encontrar ese
desastre que sea inconfundiblemente sincrónico.
Respecto a las actuaciones, creo
que estamos en presencia de mucha sensibilidad, destreza física y compromiso.
No obstante, cuando existe en ellos el despojo absoluto del cuerpo para volcar
la energía solamente a la mirada nostálgica de estos seres errantes, son
momentos teatrales que encierran el viaje en su propio universo. Creo que este
fenómeno cuando surge es maravilloso y cuando no, se vuelve irregular. Debo
tomar en cuenta que es un trabajo que recién ha comenzado a dar temporadas,
siendo el salto de la primera a la segunda, de gran calidad escénica.
Al estar ante esta parasomnia para cuatro cuerpos, nos
encontramos ante una reflexión desde el inconsciente. Con su director, Claudio
Díaz, haciendo su labor desde adentro, como personaje, o quizá detrás del
personaje, o bien a través de esta especie de divinidad. El director de escena,
desde el tiempo de Craig a la fecha, ha dejado de ser quien domina sus
marionetas, sin embargo no deja de ser la entidad omnipresente dentro del
proceso de la creación teatral. Es quien determina, quien decide, quien observa
y puede modificar todo lo que pasa y cómo pasa. En este sentido, los tres
cuerpos: Amanda Puentes, Constanza Mansilla y Guillermo Placencia son el
acompañamiento, los acordes de una oniromancia dirigida por su divina gracia.
Sudor, saliva, olor, suciedad,
harapos, bolsas de plástico recicladas, cajas de cartón, cajones de feria, ropa
usada y otros elementos de esta índole, reutilizados, marcan el diseño
escenográfico y la puesta en escena. La iluminación escogida también cumple un
rol fundamental fluctuando entre pequeños chispazos de luz, a una imponente
luminosidad del show, tipo cabaret.
La ópera prima de la Compañía
Fugitiva, es un espectáculo en esencia visual, desde la perspectiva de la
recepción, ya en ejecución la esencia surge de la destreza corporal, ya que no hay
diálogo verbal, sólo gemidos, gritos, risas y expresiones como éstas. Desde la
primera perspectiva, considero que se trata una experiencia muy similar a la
que se experimenta al presenciar una obra pictórica, ya que especialmente las
imágenes que se proponen están muy cargadas de sentido. Rescato el particular
momento escénico en que los tres cuerpos noctámbulos (Constanza Mansilla,
Amanda Puentes, Guillermo Placencia) hacen la acción física de vestir la
silueta o la sombra o lo que sería el contorno de su deidad (Claudio Díaz),
para luego repetir la misma acción con el cuerpo de su divina gracia presente.
Se logra una imagen muy potente en términos visuales, una percepción de figura fondo,
pero no surge necesariamente a través de los códigos escénicos, sino utilizando
recursos que ya hemos visto en artistas que trabajan la oniromancia, como René Magritte
y su Le faux mirroir (Espejo falso),
entre tantas otra piezas que nos permiten reflexionar sobre la clarividencia,
por mencionarlo de alguna manera, que tienen muchas obras surrealistas. En el
caso de Magritte, se habla de un realismo mágico, ya que de cualquier imagen
cotidiana, él la reordena a su gusto con el objetivo de proyectar una idea
visual sobre la realidad. Es decir, en su obra vemos espacios reales
trastocados por una idea que se quiere expresar, pero todo esto a través de la
imagen, en este caso pictórica. Es el caso del Le faux mirroir, donde podemos observar un ojo humano, que sin
embargo tiene por reflejo un cielo celeste con muchas nubes. Lo que rescato de
este cuadro, en relación a Malalma,
es que me hace reflexionar sobre hasta qué punto la percepción surge de la
realidad y hasta qué punto se aleja de ella. Desde qué punto en Malalma somos capaces de percibir que
los movimientos de los tres intérpretes aluden a la silueta del personaje que
viene a rellenar el vacío espacial, existente previamente a su entrada. Es una
complejidad que no puedo dejar de destacar, ya que durante toda la obra, vemos
como la Compañía Fugitiva, juega con nuestro imaginario, encontrando en cada
uno de nosotros un millar de interpretaciones. Durante toda la obra son
personajes identificables dentro de nuestra ciudad, sin embargo, nos encontramos
en un juego constante entre lo identificable como una interpretación de la
realidad y su proyección hacia lo irreal, lo intangible y lo mágico. Es por
esta razón que deduzco que presenciar Malalma,
me recuerda mucho al acto de la meditación, pues las posibilidades que
conocemos bien en el plano consciente, se disparan en un viaje que va y vuelve
constantemente.
L.C.
*Edición: Paz Francisca Soto
FICHA TÉCNICA
Compañía Fugitiva
Obra : Malalma/Parasomnia para cuatro cuerpos
Dirección: Claudio Díaz
Elenco : Amanda Puentes, Constanza Mansilla, Guillermo Placencia, Claudio Díaz
Técnico : Ximena Cañas
Gráfica : Ramón de la Asunción
Duración : 55 minutos
NOTA: Esta obra ha tenido dos temporadas exitosas en la Sala Síntoma Teatro, Valparaíso 2014
Dirección: Claudio Díaz
Elenco : Amanda Puentes, Constanza Mansilla, Guillermo Placencia, Claudio Díaz
Técnico : Ximena Cañas
Gráfica : Ramón de la Asunción
Duración : 55 minutos
NOTA: Esta obra ha tenido dos temporadas exitosas en la Sala Síntoma Teatro, Valparaíso 2014