Una obra que habla por su propio nombre
La Gente, es una apuesta escénica que en lo personal me pareció muy
atractiva. Un poco lenta por momentos, pero en relación al espacio ficcional
propuesto, uno logra comprender por qué es así. Se trata de un trabajo
colectivo en el amplio sentido de la palabra. No existe una separación física
entre el espectáculo y el público, ni tampoco una caracterización teatral que
permita identificar a actores de espectadores. En mi caso, conozco a los intérpretes
(Alexandra Farías, Francisco Valdivia, Lorena Saavedra, Christián Riquelme, Andrés
Hernández, Solange Durán y Omar Rivera), pero me resulta muy entretenido
imaginar cómo hubiese sido mi experiencia si no los conociera. Al mismo tiempo
que nosotros, los actores entran en el espacio escénico que consta de una ronda
de sillas ordenadamente dispuestas como es habitual en las asambleas
universitarias. La iluminación es simple, luz de sala de principio a fin y el
elenco permanece repartido entre la gente. Para uno que ya conoce el
acontecimiento que implica una asamblea, parece un ambiente familiar, casi como
algo repetido, sin embargo no deja de intrigarme qué pensará alguien que nunca
en su vida ha vivido la experiencia de una asamblea universitaria, o de
sindicato, o de cualquier tipo; o también me pongo en el caso de cómo será para
una persona que no le interesan este tipo de instancias o que simplemente, las
ignora. Es interesante la diversidad de reacciones que se pueden observar en un
grupo de gente tan diverso, entre estudiantes, actores en formación y
profesionales, intérpretes aparentemente ocultos y público general.
Al principio, una pareja de
dirigentes (Alexandra Farías y Francisco Valdivia) pone orden y acomoda con las
palabras la ubicación de quienes quedan sin asiento, todo esto muy apegado a las
costumbres de una reunión de este tipo. De esta manera avanza poco a poco la
trama muy apegada a la realidad, pero se entiende que es ficción, que los que
hablan son intérpretes y cuando un espectador aventurado opina, parece gracioso
y en ocasiones inapropiado, porque resulta intrigante descubrir a qué se debe
esta asamblea. De alguna forma uno se siente parte de esa lucha que se insinúa
constantemente y de la que no se dan mayores detalles. Es interesante como uno
se puede identificar humanamente con cada uno de los personajes, compartiendo o
no sus opiniones personales. En este sentido quiero destacar la breve
participación de Solange Durán, cuando nos narra una experiencia traumática
dentro de una marcha. En intervenciones como ésta, surgían susurros opinantes
tanto entre actores como entre público o entre ambos y aunque varios
guardáramos silencio, es inevitable no reflexionar interiormente mientras
escuchas las quejas, los pesares, las esperanzas o las ideas de otro. Aparece
un monólogo interior que surge de frases pasajeras como: yo diría que…, a mí
también me pasó…, me siento igual…, yo creo que…, eso pasa por… Entre otras
reflexiones que nos llevan como espectadores a formar parte esencial de la
acción. Porque todos estos monólogos interiores que fluyen espontáneamente son
los que crean la esencia y la atmósfera de este montaje. Pues como mencioné en
principio, no hay iluminación, ni vestuario, ni escenografía que teatralice la
puesta en escena, sino que es la gente asistente la que da vida a la obra de
Perez&Disla.
Cabe destacar que La Gente es un proyecto de los españoles
Jaume Pérez (director, escenógrafo y diseñador gráfico) y Juli Disla (actor,
dramaturgo y guionista), quienes organizan y componen la compañía de teatro
Pérez&Disla. La obra se presentó en su país de origen con elenco nacional,
obteniendo una considerable acogida del público hispano. La idea nace en un
contexto político donde las movilizaciones sociales propician el descontento
masivo del pueblo español ante las decisiones político-económicas. Escenario
que no dista en demasía con el que estamos viviendo en nuestro país, sobre todo
después del recordado movimiento estudiantil del pasado 2011. Esta semejanza
entre otras cosas, impulsan la invitación que el director del departamento de artes
escénicas de la UPLA, Giulio Ferretto, hiciera a Pérez&Disla, en su paso
por España.
La Gente, es una instancia de asamblea que se sube al escenario,
donde los hitos se van cumpliendo como lo harían en cualquier reunión de este
tipo: ansiedad por expresar ideas, metas que se deben cumplir a partir de una
lista de temas a resolver, el susurro constante de los presentes, la comida que
aparece tímidamente, el tiempo que se hace corto, concluyendo con el cierre,
que es el fin de la obra y que no deja de ser predecible. Finalmente no se
resuelve nada, queda la sensación de que hace falta una continuación, algo así
como la angustia que se genera cuando no nos es posible llegar a un acuerdo
común dentro de un grupo grande, para mí una sensación familiar. No obstante, concluyo
que es un buen ejercicio para acercar a la gente a las instancias de
movilización, por ende un trabajo muy humano. A pesar de que nunca se sabe muy
bien a quién, ni por qué, ni qué se está reclamando exactamente, la emotividad y
compromiso de los intérpretes hace de La
Gente un espectáculo ameno, sincero y cercano. Si bien no es nada nuevo,
desde la mirada de una exalumna universitaria, creo que es una interesante iniciativa
para seguir investigando dentro las posibilidades escénicas que nos entrega
nuestro oficio.
L.C.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario