Parodiando el sueño americano
en su máximo esplendor chilensis
Más que la obra de
teatro en sí, Sir Walter Scott es un proyecto teatral que crea mucha
expectativa. Una producción que hace parodia de lo que sería una publicidad al
más puro estilo americano, capitalista, neoliberal. Una manera muy ingeniosa de
atraer audiencia desde un referente reconocible: uno de los western más famosos
del mundo.
Utilizando el
clásico film hollywoodense, como parte de una táctica de marketing se logra un
trabajo pulcro y que no deja de crear expectativas desde el principio
(promoción de la obra a través de las redes sociales con pequeños cortos
cinematográficos en los cuales, los personajes se convierten en señuelos para
generar un interés en esta compañía de producciones, llamada Sir Walter Scott).
Una manera muy inteligente de contextualizar y utilizar una película yanqui, al
titular la obra como el film de Clint Eastwood: El bueno, el malo y el feo; gracias a lo cual se logra atraer la atención
del público. No es casualidad que su primera temporada en la Sala Síntoma
Teatro fuera tan exitosa.
El bueno, el malo y el feo es una comedia fresca y enérgica que es
imposible no disfrutar, tanto para los que la interpretan como para el público.
Al comienzo no entendemos muy bien la relación con el western, corriendo el
riesgo de que la obra se duerma en los albores de una mera entretención, un
panorama de fin de semana, pero mientras la pieza avanza comprendemos que es a propósito,
apareciendo la crítica hacia el sistema, sobre todo hacia el referente
televisivo que constantemente nos invade con sus programas vacíos ofreciendo
sabrosos premios en pesos. Es muy intrigante este cruce que hacen entre el
referente hollywoodense, como ejemplo de lo que imitamos, o que nos hacen
imitar, pretendiendo hacernos creer que ahí está la felicidad. Es así como los
programas televisivos buscan esta complicidad con sus auditores, con el único
objetivo de quedar como generosas instituciones que dan oportunidades a la
gente, cuando en realidad los únicos beneficiados son precisamente los que
entregan los premios.
Clint Eastwood y el western, el ícono llevado
y aprovechado al extremo
Insisto en que El bueno, el malo y el feo de Sir Walter
Scott es una inteligente manera de teatralizar el western clásico, que
culturalmente no nos pertenece en absoluto, pero que sin embargo a través del
ansia de que se cumpla el sueño de los personajes, nos hace involucrarnos y
empatizar con la historia que se cuenta: un grupo de amigos y conocidos que se
juntan para recrear una escena de la película norteamericana, con el fin de
ganar un concurso de imitaciones en un programa de televisión. A través de las
situaciones y los personajes, apreciamos características propias de nuestro
contexto neoliberal, como: fanatismo, ambición de fama, el populismo de los
programas televisivos de esta categoría, en fin, el sueño americano en su
máximo esplendor local, provinciano. La obra termina con un final extraño pero que,
como en el cine, genera curiosidad por una presuntuosa segunda parte.
La figura del actor
y director norteamericano es manipulada a tal punto, que incluso uno de los
actores de la obra (Víctor Álvarez) posee
un singular parecido con el ícono del western cinematográfico. A este tipo de
detalles me refiero cuando planteo el aprovechamiento y explotación del signo,
para reventarlo a través de esta comedia fresca y enérgica.
En cuanto a la
puesta en escena y sus derivados, existe una buena construcción de espacio
escénico: lo suficientemente simple y creíble para vivir el viaje. Las
actuaciones, Víctor Álvarez, Daniel Riquelme, Eduardo Silva y Braulio Verdejo,
en general son buenas, a pesar de que los estilos de interpretación se
confunden, quedando estas diferencias como consecuencia del azar. A pesar de
todo cada uno defiende su forma de interpretación, dotándola del atractivo que
necesita esta comedia, aunque ello pruebe que falta una decisión clara desde la
dirección escénica.
Por otra parte la
dramaturgia, se condice acertadamente con la puesta escena, en una sorprendente
evolución de las situaciones que una tras otra nos van seduciendo hacia la
sorpresa de un inesperado final, absurdo y disparatado que, aun cuando la obra
termina, provoca la evidente sensación de que no es el fin, aludiendo a la
existencia de una segunda parte, tal cual como lo haría una saga o una serie de
televisión.
Sólo falta afinar
detalles, como es usual en los estrenos, pero en general el trabajo corre y
corre muy bien, falta tomar una decisión, todavía no hay una claridad escénica
en cuanto a estilos actorales, si son distintos que sea una decisión y no mero
azar.
¿Quién es Sir Walter Scott?
Sir Walter Scott fue
un novelista y poeta británico, nacido en Escocia. Conocido por haber impulsado
la novela histórica romántica y por traducir al inglés a importantes autores
románticos como Wolfgang Goethe en sus primeras vinculaciones con la
literatura. Se sabe que publicaba sus obras de manera anónima ya que él género
al cual se dedicaba era mal visto sobre todo para un hombre con una profesión
como la suya: abogado. Este último punto es el que tomo como pieza clave para
comprender por qué este grupo de actores emergentes de Valparaíso, utilizan el
nombre del escritor británico como sello de creación, casi como una patente o
marca registrada. Sir Walter Scott, les daría el anonimato que necesitan para
criticar, ridiculizar y utilizar la mediatización yanqui: bajo el alero de un
nombre extranjero y elegante que diera la impresión de que se trata de una mega
producción teatral, ostentosa, exitosa, famosa, capitalista, digna de la imagen
empresarial de las marcas registradas. ¿Cuál será la idea? ¿Criticar el sistema
desde sí mismo? Un poco parecido a lo que hizo el verdadero Sir Walter Scott en
su vida: dotar a la literatura con el poder de recuperar el pasado histórico de
su nación; en el caso del equipo de producción de Sir Walter Scott, se busca
posicionar el “producto teatral” en el marco de un sistema político social y
cultural, que inhibe la conservación de las artes escénicas, que son mucho más
que un mero panorama de fin de semana.
L.C.
*Edición: Paz Francisca Soto
FICHA TÉCNICA
Compañía: Sir Walter Scott
Obra: El Bueno, el malo y el feo. Basada en una película de Sergio Leone
Dirección: Sir Walter Scott
Elenco: Braulio Verdejo, Eduardo Silva, Víctor Álvarez, Daniel Riquelme.
Producción: Paola Jerez
Efectos visuales: Omar Rivera
Director de fotografía: Javier Cortez
Edición: Robbert Bustock
Música: Ennio Morricone y Víctor Álvarez
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