miércoles, 27 de noviembre de 2013

SEIS 01


Una obra que hay que escuchar de cerca





Seis 01 es un espectáculo teatral del cual he tenido el privilegio de disfrutar en dos oportunidades, en el transcurso de dos meses. Me considero afortunada porque ha significado para mí un valioso momento de reflexión. A pesar de que en primera instancia no me agradó en absoluto, sentí que algo pasaba con este trabajo, algo que quizá no había visto, o algo que salía de lo común en un festival donde se juega la posibilidad de volver a mostrar o de ser reconocidos. En definitiva, creo que me pareció una actitud valiente, tanto del director en cuestión -Eduardo Silva-, como del elenco -Víctor Álvarez, Braulio Verdejo, Elías Saavedra- y de los otros actores que estaban ahí, como una suerte de panelistas de este ejercicio teatral. Valientes, porque desde la perspectiva de público, sentí que se la estaban jugando por no representar, por no mostrar una obra de teatro; se propusieron quitarle al espectador lo que acostumbra ver sobre el escenario: un resultado. Como el director lo indica al inicio de cada función: "este es un ensayo de teatro, no es una obra terminada". Entonces uno puede pensar que se trata una broma, yo incluso pensé: qué flojos no alcanzaron a terminar y nos tienen aquí mirando su ensayo, aburrido, ¿se están burlando de nosotros?... Así, un sin fin de interrogantes que se abren antes de entrar en el viaje, porque aunque no sea una obra terminada, sí hay un viaje, justo en el momento en que uno se hace todas estas preguntas, se está arribando el viaje. Los actores en escena como siempre son intérpretes a la vez que personajes, pero en esta ocasión están evidenciando la relación dual actor/personaje que generalmente se busca encubrir -en especial en el contexto de escuela-. Conocemos al actor y al personaje por separado, sabemos que son los actores Víctor y Braulio ensayando el texto Seis 01 que curiosamente se trata de un actor y un escenógrafo que dialogan sobre el montaje El loco y la triste (Juan Radrigán), que están a punto de estrenar. Teatro sobre el teatro en un ensayo de teatro. Parece muy simple cuando se ve en el escenario, pero en realidad es bastante complejo si lo vemos desde esta perspectiva. Son tres campos o tres estadios, si quisiese nombrarlo de alguna manera, tres espacios escénicos que abren paso a un sin de posibilidades de diálogo, de improvisación, de relación de convivio, ya sea con el espectador, entre actores, director y asesores o panelistas del ejercicio teatral. Esto sólo lo pude comprender después de presenciar por segunda ocasión Seis 01, porque la primera vez me retiré con una sensación más bien amarga; pero inquietante. No me gustó, fue un trabajo lento, fragmentado, donde por momentos el deseo de no actuar se volvía una repetición de la cotidianidad, más floja, menos teatral que la vida misma. Sin embargo el sólo hecho de que se atrevieran a jugar una propuesta poco convencional en la escuela, me permitió identificarme de alguna manera con el grupo Teatro del Ocaso. 
 Mi presentimiento se completó justo en el instante que decidí repetir la experiencia, coincidencia o no, agradezco enormemente que ocurriera así, porque logré por fin corroborar mis inquietudes previas, a ver por vez consecutiva Seis 01.

Ahora sí. El grupo había crecido, en número y en convicciones. Los espectadores estamos siendo partícipes de un proceso creativo. Como que se nos hace la invitación y a su vez nos vemos obligados formar parte. Vuelve a aparecer expuesta otra dualidad, pero ahora desde el lugar del público, o sea una nueva complejidad. Entonces ahora pienso y determino que en definitiva el trabajo de Eduardo Silva y su grupo, es una búsqueda de alta profundidad y contenido idealista/político.
 Se entiende el propósito, hacia dónde están caminando y nos invitan a caminar con ellos. Después de todo no se estaban burlando de nosotros, sino que humildemente nos están abriendo las puertas de las convenciones a las que estamos acostumbrados en el contexto teatro Upla -en mi caso personal. Una solidaridad que percibí como una ambiciosa arrogancia en principio. Sensación que es inevitable, pues es un choque, porque quiéranlo o no, estamos ante algo que se sale de la estructura, aunque ya se haya practicado en el pasado. El paradigma postmodernista, nos hace creer que ya se inventó todo, y lo más probable es que así sea. Lo cual de por sí es frustrante. Es más, considero que ésa es la gran contradicción del actual artista-creador. Pero el sólo hecho de ser gestores de una idea original, aunque no sea nueva, nos moviliza a creer, y hacer creer a los otros. Ahí están los ideales y la esencia política del arte, en este caso de las artes escénicas. 

Seis 01 es una obra que no completa la experiencia con presenciarla sólo una vez, pues no se trata de un resultado escénico, sino de un proceso creativo. Todas las funciones son vivencias distintas, he aquí la riqueza del trabajo de Teatro del Ocaso. Aunque el teatro en sí es un arte de carácter vivencial, por ende siempre es distinta una función de la otra, lo que difiere con Seis 01 es que, uno mismo como público puede intervenir y hacer la diferencia, distinguiendo cada función como un momento único e irrepetible que va evolucionando, como sucedería en cualquier tipo de proceso. Incluso me atrevería a afirmar que como teatrista, me siento invitada a participar del proceso creador de Teatro del Ocaso. Lo cual puedo concretar sólo con el hecho de asistir a las próximas funciones. No es una obra que pueda simplemente asegurar que ya la vi. Porque aunque la haya visto, me he perdido de todo lo que ha ido creciendo desde el último ensayo/función. 
Desde esta mirada, concluyo que quizá no sería mala idea invitar directamente a los espectadores a seguir formando parte del proceso creador. Lo cual, considero que sería una oportunidad ideal para reencontrarnos con el público, ya sea con el que es asiduo a ver teatro como el que no. Inclusive, Seis 01 y sus demás continuaciones -Seis 02, por ejemplo- podrían funcionar como un intento inconsciente de impulsar una escuela de espectadores en nuestra región. 
Tanto como creadora, como mera espectadora, creo que es una obra que hay que ver, más de una vez, ojalá más de tres. ¿Y por qué no impulsar a que surja un público constante? En tal caso, me anoto en primera fila para escuchar más de cerca.

L.C.