jueves, 18 de diciembre de 2014

SALVADOR NO SALVÓ A NADIE





 Varias razones para acabar con todo






No hay muerte natural: nada de lo que sucede al hombre es natural puesto que su sola presencia pone en cuestión al mundo. La muerte es un accidente, y aun si los hombres la conocen y la aceptan, es una violencia indebida.

Simone de Beauvoir



Salvador no salvó a nadie es el segundo montaje estrenado del colectivo Familia Repudio. Luego de su ópera prima Las TraJedias se las dejamos a Shakespeare, que tuvo gran aceptación tanto en el público porteño como fuera de él, Stefany Duarte escribe y dirige su segunda obra, que se caracteriza entre otros aspectos por su espectacularidad, actuaciones notables que rayan en un nivel de caracterización extremo, jugando entre el límite de la verosimilitud y la caricatura, además de un lenguaje y estética deconstructivistas en lo que respecta a convencionalismos de todo tipo, en especial aquellos que refieren a nuestra idiosincrasia chilena.

En Salvador no salvó a nadie vemos a una familia extremadamente pobre, donde podemos reconocer cuantiosos aspectos que nos identifican como sociedad: arribismo, sedentarismo, ignorancia cultural, bullying familiar, individualismo, el fanatismo enceguecido por figuras y prácticas políticas, televisivas y cibernéticas.

Es la historia de una familia integrada por tres hermanos: Una pastera embarazada (Camila Acevedo) que ya tiene un hijo del que se habla pero nunca vemos, un travesti con sida (Francisco Valdivia) y la hermana mayor (Dominique Aravena) que parece ser la cabecilla de la familia; además, está la madre con alzhéimer (Paola Vásquez) y un padre al que tampoco vemos. Las relaciones son cotidianas, pudiendo estar presentes en cualquier familia, algunas instancias más extremas que otras, pero nada que supere la realidad.

A través de una escenografía, utilería y vestuario específicos, se aprecia una propuesta estética que refleja lo tétrico que pueden llegar a ser los convencionalismos, sobre todo, al considerarlos imposiciones de una forma de vida admitida, una manera de estar en el mundo ideal, ejemplar, pero que en la mayoría de los casos es irrepetible o bien, está fuera del alcance de los chilenos o en general de los seres humanos. Porque siempre habrán mas pobres que ricos, más empleados que jefes, así se movilizan las aspiraciones del ser humano contemporáneo, focalizadas en alcanzar el estatus de aquél que tiene el poder; poder que por lo demás se cimenta en la dimensión de un poder adquisitivo, económico, de consumo.

De modo que el universo poético de Salvador no salvó a nadie, se tiñe de esta atmósfera donde todo lo que representa tiene que ver con esta aspiración hacia el poder adquisitivo. Aspiraciones que jamás se cumplen en esta ficción, lo cual lleva a los personajes a refugiarse en la religión, la droga y/o adicciones de cualquier tipo, las figuras de televisión, un partido político… en fin, cualquier entidad que inspire algún tipo de salvación. Salvador que en este caso es precisamente Salvador Allende, pero que podría ser cualquiera, éste es una excusa para hablar de la miseria de los personajes.

Las palabras de Cristo como las de Marxs, finalmente no han sido más que deseos. Y cualquier elaboración equivocada del ser humano de estos deseos volverá a ser percibida como prácticas erróneas. Pero mantendremos nuestra fidelidad a la ficción que las proponen. Pareciera entonces que sólo en los espacios de ficción se pueden materializar los deseos sociales de pensamiento.[1]

Lo interesante es el quiebre que provoca el personaje de Juana (Dominique Aravena) quien desde una postura escéptica se convierte en mártir de la ficción. La figura femenina expuesta desde su fortaleza primigenia, en un contexto donde la figura masculina se ve adormecida tras el cuerpo de un travesti arribista que sueña con la fama y la fortuna (Francisco Valdivia). El hombre está pero no está, en esta historia familiar, es el padre o el niño de quien hablan pero que nunca vemos. No obstante hay una madre (Paola Vásquez) que es también la abuela con alzhéimer, otra hija, más caprichosa y desentendida, obsesionada con la idea de un pasado que ya no existe, vestida con un piyama de bebé tamaño gigante, a través de la cual, se encarna una generación marcada por la dictadura y la pérdida de un líder. La relación de la familia con esta madre surge de manera muy similar a la que se puede apreciar en el film Goodbye Lenin! de Wolfgang Becker.

Por otra parte, La Flaca (Camila Acevedo), la otra hermana, encarna todos los vicios y decadencias de una sociedad absorbida por la mezcla entre las influencias televisivas y la calle. Ante todo este panorama, hay un sentido feminista que se explora a través de Juana, la única mujer de la familia, que decide - literalmente de armas tomar- valiente, ser la mártir que representa la única esperannza ante un contexto como el descrito.

Es por medio del diseño integral y las composiciones originales de la Ominosa Banda, que se aprecia la espectacularidad de este montaje, donde un funeral disfrazado de bodas de oro de los padres, es la excusa para generar la participación activa tanto de los espectadores, como de los músicos que integran la Ominosa banda (Gabriela Cáceres, Martín León, Lautaro Castro). Un padre omnipresente que para entonces ya está muerto, es el gran secreto de esta familia. Una infidencia de la que todos los presentes estamos enterados menos la madre con alzhéimer. Es una situación horrible, sin embargo todos somos partícipes de esta fiesta triste y decadente con tal de esconder lo sucedido y que ya no se puede revertir. Un secreto tan turbio que como espectador cuesta un poco entender, ya que en términos dramatúrgicos es un tanto confuso, no obstante, la tensión que logran los actores a partir de la situación inesperada como es la muerte de un integrante del hogar, genera la catarsis inevitable, humana. Existe algo oculto en cada familia, y aunque muchas veces se pretenda barrer el secreto debajo de la alfombra, este en algún momento se destapa y el polvo acumulado nos atraganta con la cruda realidad.

La necesidad del colectivo Familia Repudio por deconstruir convencionalismos morales, éticos, religiosos, tradicionales, actuales y/o estructurales que nos identifican como una sociedad inserta en un modelo neoliberal, que está lejos de encarnar el desarrollo progresista que profesa,  se refleja notoriamente en la insistencia de romper con la superstición del conocido cuadro de “El niño que llora” de Bruno Amadio. Este es un claro  ejemplo de lo expuesto anteriormente, al asumir el “riesgo” de que el “cuadro maldito” forme parte de la utilería de sus dos montajes, decisiones como esta demuestran dicha posición desafiante. Principalmente en el monólogo final de Juana, es donde podemos ver reflejado el discurso atípico del colectivo fundado en la necesidad de obviar ciertas convenciones, dejar de soñar tanto y accionar cuando realmente deseamos que algo cambie. Es una postura muy política, incluso anarquista, fuerte y feminista que concluye con una visión utópica de lo que podría suceder si un día nos decimos a terminar con “todo”.

L. C.

*Edición: Paz Francisca Soto



FICHA TÉCNICA

Obra: Salvador no salvó a nadie

Colectivo: Familia Repudio

Dirección y Dramaturgia: Stefany Duarte

Intérpretes: Camila Acevedo, Dominique Aravena, Paola Vásquez, Francisco Valdivia

Músicos: Martín León, Gabriela Cáceres, Lautaro Castro (Ominosa Banda)

Diseño Integral: Lucía Valenzuela, Stefany Duarte

Construcción escenográfica: Lucía Valenzuela, Familia Repudio y amigos

Técnicos: Lucía Valenzuela, Stefany Duarte

Fotografía: Claudia Santibañez

Audiovisuales: Cristian Muñoz, Claudia Santibáñez, Felipe Bello

Diseño gráfico: Macarena Abarca

Producción general: Dominique Aravena






[1] Ramón Griffero, La dramaturgia del espacio,  Ediciones Frontera Sur, Santiago de Chile, 2011, p. 42

lunes, 3 de noviembre de 2014

PATRIA


Una prostituta peruana

 
 




Patria es el tercer montaje estrenado de la compañía porteña Teatro Provincia. Luego de sus dos estrenos anteriores La Gran Capital y Bola de Sebo, en su última creación, tal como en las anteriores, la compañía muestra su interés por la identidad nacional de diferentes maneras y el cuestionamiento a ésta.


En Patria, vemos cómo Sebastián Cárez-Lorca, desde la dramaturgia ficcionaliza, a partir de un momento histórico nacional, poniendo énfasis en el otro bando de la batalla que hizo a Chile vencedor del territorio nortino perteneciente en aquel entonces a Perú. Una interesante manera de reflexionar en torno a los orígenes de la rivalidad extrínseca –por tratarse de una rivalidad que supuestamente nos identifica a todos, pero que en realidad es bastante superflua si nos detenemos a reflexionar en torno a sus fundamentos– entre  naciones y un llamado abierto a ponerse en el lugar del otro, del que perdió, del que no tiene ese día feriado en el calendario y que por ende no celebra.


¿Y por qué celebramos? Cuestionarse tal celebración es una reflexión que va más allá de un punto de vista político, es sobre todo, una posición humana frente a una batalla histórica, frente a ese o cualquier tiempo de guerra, horrible, miserable. En definitiva, un llamado de atención hacia lo que se festeja, se defiende y de lo que supuestamente tenemos que estar orgullosos. Patria es una obra de teatro que más allá del discurso apela a la conciencia humana por sobre el orgullo de un territorio legal, de una guerra vencida, de una efeméride, de una patria.


Patria es una prostituta peruana (Astrid Quintana) que junto a su compañera de labores (Constanza Orellana), su hijo (que es un muñeco) y una joven novicia que se encuentran en el camino (María José Troncoso), emprenden una misión utópica de resistencia militar hacia los chilenos. En el emprendimiento hacia la batalla se encuentran con otro rival, que parece más fuerte, cercano y  también peruano: una campaña de cuatro hombres (Sebastián Jaraquemada, Miguel Camus, Juan Esteban Meza y Alexander Castillo). Aparecen entonces dos bandos internos dentro de una misma lucha. El pleito en este caso es la discusión de quién sabe hacerlo mejor, una discusión de años, sino eterna entre ambos géneros en diferentes circunstancias, históricas, políticas, filosóficas, sociales, etc. Una rivalidad que en definitiva nos identifica como seres humanos, de modo que volvemos a la connotación humana que caracteriza la postura político-ideológica de Teatro Provincia en su tercer montaje.


Patria, sin embargo se contempla como un montaje que aún no madura, careciendo de definición y seguridad tanto en las actuaciones como en la utilización de elementos, vestuario, entre otras cosas, ya que como se hace un trabajo escénico desde lo tradicional, siendo un texto contemporáneo, la solidez de la puesta en escena se ve fragmentada entre las actuaciones en diferentes estilos y registros, el vestuario que busca la recreación fidedigna de una época (sin conseguir la autenticidad que se propone) y un muñeco que no alcanza a desarrollarse como personaje.


En palabras simples, falta darle una vuelta, si se trabaja con un estilo costumbrista, ver en qué medida éste puede transformarse para alcanzar la calidad dramatúrgica de la obra. Decidir además, si los diferentes registros actorales son a propósito, una propuesta a trabajar, o deben en definitiva, equilibrarse. Si realmente el objetivo es recrear desde la utilería y el vestuario de la época para construir el espacio escénico, en tal caso cómo hacer para que no quede como una mera ilustración; cómo a través del lenguaje estético podría resignificarse la escenificación de dicho momento histórico. Se trata de tomar decisiones que sean transversales, ejemplo de esta carencia, es el hecho de que, a pesar de ponerse en escena como una interpretación literal del texto, los personajes que son peruanos, hablan como chilenos. Hacerse cargo de la manipulación de ciertos elementos, el ejemplo más claro es la utilización del muñeco, que aparece como una inteligente solución escénica, pero que no se aprovecha, quedando sólo como un elemento más de la utilería que nos permite comprender la historia lineal. Como espectador se vuelve necesario entender el porqué de las decisiones escénicas y cómo ello podría proyectarse y enriquecer el montaje.


El objeto está mediado por una forma, que comunica aspectos paralelos a su función. Barthes los ejemplifica con objetos cotidianos como un lápiz, que puede denotar valores adicionales a su funcionalidad, como elegancia, sobriedad, seriedad, fantasía.[1]


Recordemos que el teatro de muñecos y/o objetos tiene sus propios fundamentos estéticos y discursivos, de modo que al utilizar un recurso como tal en una puesta en escena de cualquier tipo, hay que hacerse cargo del lenguaje que caracteriza a esta área de la práctica teatral. Desde esta perspectiva falta pulcritud, decisiones claras y el riesgo que realce como se merece la propuesta dramática.


Sin embargo, es una gran promesa, que definitivamente puede crecer mucho si se trabaja más allá, con relecturas del texto, puesto que con lo que ya han logrado tienen material suficiente para que éste, sea transgredido y explotado, para volcar la convención de una historia nacional que Cárez-Lorca transgrede desde el cuestionamiento de una identidad y patriotismo cimentado en intereses económicos extranjeros, partiendo desde las primeras guerras del salitre a lo que somos hoy como país.

L.C.



*Edición: Paz Francisca Soto
 



FICHA TÉCNICA

Elenco: María José Troncoso Pinto, Constanza “Juanita” Orellana Arancibia, Astrid Quintana Fuentealba, Sebastián Jaraquemada Rojas, Juan Esteban Meza Cartes, Miguel Camus Martínez, Alexander Castillo Pulgar.

Diseño Afiche y Marioneta: Alexander Castillo Pulgar

Diseño Web: Astrid Quintana Fuentealba – Sebastián Cárez-Lorca

Música e Iluminación: Teatro Provincia

Escenografía y Vestuario: Teatro Provincia

Dramaturgismo: Astrid Quintana Fuentealba

Dirección de Actores: Christian Riquelme Guerrero

Dirección y Dramaturgia: Sebastián Cárez-Lorca






[1] http://www.tesis.uchile.cl/tesis/uchile/2008/zamorano_f/sources/zamorano_f.pdf

domingo, 5 de octubre de 2014

POIEGRAFÍA DE LA COMPAÑÍA TEATROPIKAL Valparaíso 2010 – 2014










“El teatro no constituye más que un medio de comunicación masiva. Es cada vez más ridículo obstinarse en negar esta realidad y cada vez más urgente reflexionar sobre ella seriamente”.

Hans Thies Lehmann






En esta oportunidad me detuve en la observación de la poética escénica de la joven compañía porteña Teatropikal. Grupo enérgico y pro creativo que cuenta con cuatro montajes estrenados y un show de improvisación. Luego de ser espectadora de toda su obra, son varios aspectos en los que puedo detenerme  respecto del trabajo que realizan.

Sin embargo, antes de comenzar el análisis, es necesario destacar que la posibilidad de presenciar todos sus espectáculos, se dio gracias a la instancia del ciclo de Teatro Bar producida por Circodelia, La Picá del Teatro y el bar Gallo Negro; generándose una especie de antología, por decirlo de algún modo, de la compañía. Tal ciclo, denominado Julio Tropikal tuvo un bar como escenario y se llevó a cabo todos los miércoles de julio desde las veintiuna horas, de modo que la instancia propuesta, rompía con ciertas convenciones, lo que, a pesar de ser un riesgo, suscitó empatía en el público porteño, el cual acudió e incrementó a medida que se realizaba cada jornada.




BREVE RESEÑA HISTORIOGRÁFICA




La compañía Teatropikal parte el año 2010 con los montajes Adictos-Cabaret y Liceo c/n°, contando con temporadas en salas y espacios culturales de Valparaíso, además de una gira por el sur de Chile (Concepción, Temuco, Puerto Montt, Ancud y Hualaihué).

A fines del 2010 y continuando el proceso durante el 2011, la compañía convoca a grupos de teatro emergente de Valparaíso para crear la obra multiautoral Proyecto Diego Sánchez, La tragedia, que tuvo tres exitosas temporadas entre los años 2011 y 2012.

Persistiendo en su investigación escénica basada en la relación con el público y en la búsqueda de un teatro postdramático[1], la compañía Teatropikal crea su montaje más reciente Mariachi Huevo, el cual han mostrado en distintas salas y espacios culturales del puerto, como también en Santiago durante el 2013 y el 2014.

Finalmente, el presente año han presentado en cuantiosas oportunidades su  Show de Improvisación, basados en juegos y dinámicas propuestas por el dramaturgo, profesor y pensador británico canadiense Keith Johnstone e impulsados por su investigación escénica enfocada en la relación con el público.



Con su participación en Teatro Bar en el Gallo Negro durante todo el mes de Julio del 2014, la compañía Teatropikal revisita toda su obra en cuatro funciones, recontextualizando el espacio escénico de una puesta en escena en el espacio cotidiano de un bar, riesgo que por momentos funciona muy bien y en otros se vuelve un tanto vertiginoso.




ADICTOS CABARET







Adictos Cabaret es un espectáculo en pequeño formato por su duración, espacio escénico y cantidad de intérpretes. Es una versión libre del Cabaret Trágico de Alejandro Jodorowsky, que demuestra en gran parte los principios de una puesta dinámica y adaptable a cualquier espacio alternativo, pero que sin embargo se parece más a un stand up comedy que a un espectáculo escénico en sí. Esto de alguna manera denota los primeros indicios de la compañía orientados hacia la búsqueda de su propio lenguaje escénico. Basándose principalmente en la potencialidad de cada actriz, Pola Monroy y Daffne Valdés, Adictos Cabaret es una puesta en escena que conmueve desde su sencillez, sus matices absurdos –propios del lenguaje jorodowskiano - y la calidad brechtiana de las situaciones escénicas que se observan: en forma correlativa, en una relación distanciada entre el personaje interpretado y la actriz como narrador épico de la situación representada.



Brecht propone la teoría del distanciamiento o extrañamiento para organizar su propuesta dramatúrgica. Impide al espectador identificarse instintivamente y confundir el drama con la realidad. En la medida en que reconozca como histórica una situación, el mundo parecerá capaz de ser transformado. Es así como en sus soluciones escénicas existen intervalos, canciones que interrumpen la trama, prólogos y epílogos, consejos al público, gestos, música (...)[2]



Se trata de un diálogo constante, dinámico y lúdico entre juegos de palabras y situaciones absurdas. Las actrices son todos o ninguno de los personajes o simplemente ellas sobre el escenario interpretando una y otra vez distintos personajes, situaciones cotidianas, constatadas de diferente manera, con distintos caracteres, una misma situación, al revés, al derecho o de cabeza. “Narraciones cruzadas de adicción y rebelión en el suelo, un prólogo para este viaje, tres chistes, tres intermedios sombríos, y un epílogo sobreexplicativo final”[3]. Lo principal en este montaje es demostrarnos la diversidad de posibilidades que existen a la hora de vivir una misma realidad cotidiana según determinadas perspectivas.

Acompañadas de la percusión en vivo de su director, Marco Trigo, Pola Monroy y Daffne Valdés constituyen un coloquio rítmico, entretenido y de estrecha relación con los espectadores.



FICHA TÉCNICA

Obra: Adictos Cabaret

Dirección: Marco Trigo

Dramaturgia: Versión libre del Cabaret Trágico de Alejandro Jodorowsky.

Intérpretes: Pola Monroy y Daffne Valdés

Estreno: Agosto 2010









LICEO C/N°






Liceo c/n° es un monologó escrito y dirigido por Marco Trigo e interpretado por Óscar Salazar. Al igual que el montaje anterior es una obra en pequeño formato, donde la puesta en escena también es sencilla, radicando la atención en la actuación del único intérprete. Liceo c/n° narra las confesiones de un estudiante de liceo municipal, declarando y exponiendo las falencias de un sistema educacional poco estimulante, rígido e impersonal. Es en este montaje donde comienza a aparecer el eje discursivo de la compañía que surge desde el lugar de los oprimidos visto con una perspectiva boalista[4], o dicho de otro modo, desde la clase trabajadora, representativa de un contexto nacional.

Como ya he mencionado, es desde la actuación de Oscar Salazar que uno conoce las reflexiones de este personaje, un adolescente que se queja, se aburre, grita, reclama, canta, crea, entre otras cosas que van y vienen como quien compusiera una pieza de hip hop, en un devenir explosivo de ideas y pausas transitorias de este inquieto personaje.

Es muy interesante cómo desde la utilización de la utilería precisa: silla, uniforme escolar, un lápiz y un cuaderno, se crea el universo de una sala de clases en las diferentes situaciones descritas.

A pesar de imprevistos originados por el contexto espacial de un bar, la obra corre, aunque los momentos íntimos que requieren de un espectador alerta, pierdan la fuerza que logran en un espacio convencional. Liceo c/n° es la obra que más se ve interrumpida por su descontextualización pero que no deja de ser una propuesta interesante, desde la actuación, la dirección y el discurso en pro de la construcción poética de la compañía.



FICHA TÉCNICA

Obra: Liceo c/n°

Dirección y dramaturgia: Marco Trigo

Intérprete: Óscar Salazar

Música: Roberto Pino

Estreno: Agosto 2010







DIEGO SÁNCHEZ, LA TRAGEDIA






Lo que pudimos apreciar en la jornada de Julio Tropikal fue sólo un extracto del Proyecto Diego Sánchez, La Tragedia. Extracto que estaba a cargo de la compañía en cuestión y que en la obra original se mezclaba de manera intercalada con escenas propuestas por las demás compañías participantes. La versión ofrecida en Teatro Bar fue una experiencia diferente, pasó de ser un montaje multiautoral de más de dos horas, a una especie de reseña o crónica policial.

Se apuesta a la construcción de un universo más complejo que los anteriores tanto en sus personajes e indumentaria como en argumento. Es un espectáculo donde, valiéndose de la utilería precisa: una bicicleta, una persiana y elementos que caracterizan a cada personaje, se construye el imaginario escénico. En Diego Sánchez… los fundamentos discursivos que aparecen en Liceo c/n° se potencian aun más, alojándose un matiz latinoamericanista en cuanto a la construcción de sentido, este es un concepto que desarrollaré más adelante. En esta obra en particular lo que predomina como figura representativa de un discurso latinoamericanista es la connotación heroica que se le da al protagonista Diego Sánchez (Carlos Machuca). No es un héroe histórico, ni universal, ni nacional, pero si una persona que existió y que alguna vez fue noticia en una localidad (Los Andes); podríamos estar ante un héroe local, tomando en cuenta que toda tragedia consta de un héroe y viceversa. Es desde este punto que aparece la resistencia como otro eje complementario del discurso, al llevar a escena una historia o una anécdota local para convertirla en una tragedia cercana y actual, todo, desde una dimensión performativa, donde el actor narra y es personaje y no necesariamente siempre el mismo personaje.

Si bien cada intérprete (Miguel Camus, Yovannka Cristófori, Óscar Salazar y Carlos Machuca) cumple un rol, este mismo puede cambiar, repetirse o mezclarse según las necesidades del montaje en virtud del relato trágico. Es muy interesante cómo desde la narración épica se pasa a un personaje y a otro en un relación dinámica y confrontacional entre lo que propone la crónica policial de Diego Sánchez (texto dramático) y la escena como soporte de expresión y creación de sentido.


FICHA TÉCNICA

Obra: Extracto del montaje multiautoral  Diego Sánchez, la tragedia

Dirección: Marco Trigo

Dramaturgia: Marco Trigo, Daffne Valdés y Pola Monroy

Intérpretes: Miguel Camus, Carlos Machuca, Yovannka Cristófori, Óscar Salazar,

Daffne Valdés y Pola Monroy.



MARIACHI HUEVO






Este espectáculo es el que mejor representa y constituye la poética escénica de la compañía Teatropikal. Además de englobar los aspectos mencionados anteriormente como: discurso alojado en la clase trabajadora, la figura del héroe local, el ritmo marcado por la musicalización en vivo y el latinoaricanismo; aparecen aspectos ritualescos que enriquecen y consolidan un lenguaje estético. Mariachi Huevo es un ejercicio dinámico que nos incluye como espectadores activos, principalmente por la cercanía física con la acción escénica, como también por la invitación a sentirnos partícipes de este rito desde el comienzo de la obra, en una especie de iniciación de la que todos los presentes formamos parte.

Hay en esta obra un clima cálido, cercano, de hermandad, donde como público estamos distribuidos en un círculo que rodea la acción. Es así como entramos en este universo de convenciones y signos que hablan de una idiosincrasia común, de una realidad nacional condensada en la figura de personajes claves como: una machi y su perro (Pola Monroy y Carlos Machuca), una pareja de carabineros (Daffne Valdés y Yovannka Critófori), un guardia de seguridad y su perro (Miguel Camus y Óscar Salazar). Personajes que en sí mismos denotan tres figuras de poder: policial, laboral y ancestral. Jerarquías expuestas, cada una desde su lugar, de manera tridimensional. Lo interesante es cuando estas fuerzas se enfrentan como si estuviéramos ante un ring de canes entrenados.

Por momentos sentimos que estamos ante una comunidad mapuche del sur, pero ésta, bien puede estar en la capital o en cualquier parte de Chile. Nuestra idiosincrasia en círculo, reposando con las canciones de un mariachi adicto a la música romántica, que al mismo tiempo es guardia y que se acompaña de un perro guardián que no le obedece en absoluto. Un par de cabos de turno que discuten sobre el deber que implica estar de guardia, incluso si ello involucra el control sobrehumano del esfínter. Y la sabia imagen de una machi y su negocio de tortillas, acompañada de su fiel compañero perruno. El discurso se dispara como un ladrido, entre coreografías, situaciones y canciones contestatarias, lo que denota nuevamente un atisbo brechtiano. Mariachi Huevo, es un ejercicio sensible, acogedor y especialmente cercano a nuestra realidad nacional.



FICHA TÉCNICA

Obra: Mariachi Huevo

Dirección: Marco Trigo y Compañía Teatropikal

Dramaturgia: Textos de Eduardo Galeano, Subcomandante Marcos, Cristian Marambio, miembros de la compañía organizados por Marco Trigo.

Intérpretes: Daffne Valdés, Yovannka Cristófori, Óscar Salazar, Carlos Machuca, Miguel Camus, Marco Trigo, Pola Monroy, Luis Maffet (música)




LA CUCHILLA 
(Extracto)



“Un adelanto del próximo montaje”, es lo que su director Marco Trigo, nos advierte luego de observar una escena breve interpretada por Miguel Camus y Oscar Salazar. A escenario vacío escuchamos desde la puerta del bar la llegada de Salazar, y tras bambalinas la respuesta de Camus. Un enfrentamiento discursivo entre dos bandos que no vemos pero que no es difícil imaginar. A través de una dramaturgia poética y violenta o de violencia poética, la escena nos instala en lo que podría ser el inicio de un enfrentamiento entre pandillas. Por momentos incluso existe la sensación de que uno como espectador puede elegir de qué bando está, convirtiéndose el escenario en el lugar propicio para una batalla de la que todos los presentes formaremos parte.

A pesar de ser un ejercicio breve, La Cuchilla, atrae especialmente por sus actuaciones, dramaturgia establecidas desde la performatividad y lo más importante, porque genera expectativa.



FICHA TÉCNICA

Obra: La Cuchilla

Dirección y dramaturgia: Marco Trigo

Intérpretes: Óscar Salazar y Miguel Camus




SHOW DE IMPRO 





Como su nombre lo indica, es un show, con su debido animador (Marco Trigo), sonido incidental (a cargo de Oscar Salazar) y su elenco de estrellas (Daffne Váldes, Yovannka Cristófori, Carlos Machuca y Miguel Camus). A través de una invitación participativa el animador nos da las indicaciones del juego y nos presenta a los artistas participantes: la Daffne, You, Guachupé y El flaco Arnold. Los juegos en general constan en poner a prueba la creatividad de los artistas a la hora de improvisar una situación propuesta por el público, la cual, puede ser creada, ya sea a partir de una circunstancia dada[5] o a partir de una palabra u objeto.

Basados en los preceptos del Keith Johnstone, la compañía Teatropikal nos ofrece su Show de Impro como un espectáculo lúdico con instrucciones claras, inclusivo, participativo y dinámico, donde se ponen en juego las potencialidades de los actores de manera individual y grupal. Es un ejercicio escénico ideal para el contexto de un bar. Es indiscutiblemente una propuesta inteligente para acercar el teatro a la audiencia.



Johnstone manifiesta tres reglas básicas, según las cuales el improvisador debe elaborar narrativamente una obra: “(1) interrumpir una rutina; (2) mantener la acción en el escenario –sin desviarse a una acción que ha ocurrido en otro lugar o en otro momento; (3) no cancelar la historia”. Para interrumpir una rutina, los actores deben proponer una acción que cambie el parámetro de la primera acción.[6]



Del texto, Impro, Improvisación en el teatro de Johnstone, se pueden deprender contenidos como: status, espontaneidad, habilidades narrativas, máscara y trance, entre otros aspectos que contribuyen al conocimiento de técnicas de improvisación propuestas y experimentadas por el autor británico canadiense.

En lo que respecta al Show de Impro, realizado por la compañía en cuestión,  como espectador uno se siente en un clima cálido, alegre, rítmico, tropical, pero no pasa mucho más allá del momento entretenido, creativo y fugaz. Al respecto quizá la búsqueda podría focalizarse hacia la experimentación de situaciones de mayor densidad y complejidad de modo que el riesgo supere las expectativas. Aunque como un show de entretención, una manera de llegar al público o como dice la expresión “para romper el hielo” en un espacio no convencional como el bar Gallo Negro, no deja de ser una estrategia plausible.



FICHA TÉCNICA

Obra: Show de Impro

Dirección: Marco Trigo

Intérpretes: Daffne Valdés, Yovannka Cristófori, Carlos Machuca y Miguel Camus.

Sonido: Óscar Salazar.





COMPAÑÍA TEATROPIKAL


Jugando sobre la línea del latinoamericanismo








Dentro de los aspectos que destacan en el trabajo de poiesis[7] de la compañía Teatropikal, encontramos factores comunes como: sencillez, ritmo, dinamismo lúdico, destreza musical e interacción activa con los espectadores. Pero lo que más destaca como objeto de análisis es el matiz latinoamericanista que se aloja en ellos desde el comienzo. Partiendo por el nombre de la compañía, para dar pie al discurso directo que ha ido evolucionando desde la exposición de un contexto social-nacional (Liceo c/n°) a una exposición estética y discursiva inspiradas en la tradición de nuestros pueblos originarios (Mariachi Huevo).

El latinoamericanismo como concepto, puede catalogarse como un término de alta complejidad, ya sea por su antigüedad (acepciones de Simón Bolívar y José Martí) como por eventuales manifestaciones críticas y comparativas con el panamericanismo y el nacionalismo. No obstante, en cuanto al trabajo que realiza la compañía en cuestión, considero que la siguiente cita es la que mejor expresa la relación entre el concepto y la poética de Teatropikal.



El latinoamericanismo es un sentimiento, una conciencia y una voluntad. Sentimiento sustentado en la conciencia de una comunidad esencial de orígenes, de historia, de cultura e intereses entre los pueblos de América Latina: voluntad de luchar decididamente en defensa de una identidad y en aras del progreso económico, social y cultural de la región, en armonía y no en contradicciones con las más justas aspiraciones de la humanidad.[8]



Resulta muy interesante cómo la compañía parte con una premisa alojada en la necesidad de hacer un teatro cercano y político influenciado tanto por autores específicos (Hans Thies Lehmann, Keith Johnstone, Berthol Brecht, Antonin Artaud, el teatro de Andrés Pérez, entre otros) como por los intereses y experiencias de cada integrante que ha ido sumándose al trabajo creativo del grupo–como lo explica su director-. Especialmente la cercanía con el público es lo que construye ese clima que sólo puede percibirse en nuestro continente: frescura, calidez, lucha, resistencia y principalmente la idea del hecho teatral como una celebración, como una fiesta de la cual todos los asistentes somos partícipes.

Al observar el proceso evolutivo de la compañía en pro de la búsqueda de un lenguaje escénico propio, nos encontramos con un origen y un estado actual muy similares. Coincidentemente o no, tanto Adictos Cabaret como el Show de Impro, habitan espacios similares, especialmente por la calidad lúdica de ambos espectáculos. Se vislumbra ahí la necesidad imperante de encontrar a través del juego y la participación activa de los espectadores, una poética que les permita a su vez, exponer su discurso político, el cual se ve reflejado mayormente en los otros montajes y  llegar a esa cercanía con el público que consiguen con el primer montaje y hoy por hoy con un espectáculo como el Show de Impro. Es una búsqueda que está en curso, que crea expectativas y que por sobre todo refleja un sentir político, social y comprometido.

La compañía Teatropikal, en tanto, consta de un trabajo serio y divertido, dinámico y reflexivo, político y sencillo,  educando y jugando sobre la línea del latinoamericanismo.







ENTREVISTA A MARCO TRIGO

Director y dramaturgo de la compañía Teatropikal



Marco Trigo


1.    ¿De dónde viene el nombre Teatropikal?



El nombre viene de la primera vez que necesitamos un nombre, estábamos trabajando al mismo tiempo Adictos Cabaret y Liceo c/n°, se nos ocurrió un poco a la ligera como un chiste, pero con el tiempo y la conciencia del propio hacer fue cobrando más sentido. Más allá del barato juego de palabras, tiene que ver con ser parte de un teatro un poco rebuscado o refinado, por la academia y la teorización, la supuesta posmodernidad y postdrama, pero a la vez entregar lo nuestro con una clave cercana, digerible, para personas que no son asiduas al teatro, para nosotros mismos cuando adolescentes y nuestras madres.



2.    ¿quiénes fundan la compañía en primera instancia? ¿y quiénes la integran oficialmente en la actualidad?



Al principio fuimos Oscar Salazar con quién estábamos en el proceso de montaje de Liceo c/n°, Daffne Valdés y Javiera Valdés con quienes trabajábamos en la obra Adictos Cabaret (Javiera, eventualmente fue reemplazada por Pola Monroy), Karen Seiter quien fuera productora de la compañía. Hoy la integran además de Oscar y Daffne, Amapola Monroy, Carlos Machuca, Yovannka Cristofori, Miguel Camus, Roberto Pino. También estuvieron con nosotros Victor Zúñiga (actor-fotógrafo) y Luis Maffet (músico).





3.    Resulta interesante cómo los personajes rotan entre los actores de la cía. ¿Es a propósito o simplemente por circunstancias del momento?



Jajaja, las dos cosas, siempre se entrelaza la necesidad y la propuesta. Cuando las obras ya están bien pasadas hemos tomado alguna acciones para mantener a los actores atentos y frescos, por ejemplo en Adictos… que intercambiamos los roles de las actrices por agregar dificultad y frescura, por otra parte en Mariachi Huevo, nos hemos dedicado un poco a ir rotando por distintos motivos (Viajes, nuevos humanos al mundo), que a la larga ha sido parte de una nueva investigación en la interpretación de los roles, que le otorga carices sumamente distintos entre las interpretaciones de cada cuál, en relación a sus cuerpos e historias de vida particulares.





4.    ¿cuáles serían las principales figuras o movimientos que inspiran el trabajo creativo de la compañía? (influencias)



 Es tan Variado como variados somos nosotros, algunos somos profesores, entonces hay un poco de esa búsqueda pedagógica, quizá, en las obras. Por ejemplo Carlos Machuca es más apegado a lo corporal, sin embargo a la vez es cantante, Oscar es Rapero y tiene historia con el circo clásico chileno, junto con él, Roberto y otros amigos tenemos la banda HIPFOLKHOP, yo soy del campo y creo en cosas extrañas, la Jovi es Folclorista, la Daffne y Pola escriben, dibujan y son feministas jjajaja, y el  Arnold… bueno el Arnold... eso en cuanto a influencias a ratos pesa más que la identificación acérrima con algún autor. Algunos de los profes que tuvimos, directa o indirectamente. Por otra parte, en lo personal, me llama la atención el trabajo de Hans Thies Lehmann y su teorización en torno a lo postdramático, a poder contar teatro que NO es una historia, también la relación con el Impro desde la perspectiva lúdica de Keith Johnstone, y  nombrar a Artaud y Brecht quizás sea mucho, son cosas que por osmosis se asumen en el teatro contemporáneo, en Chile me gusta el estilo de Andrés Pérez, la cercanía con el público, lo popular, la fiesta.



5.    ¿Desde dónde parte el proceso creativo de una obra de Teatropikal? ¿Desde la dramaturgia, ideas colectivas, referentes externos...?



Se ha ido caminando hasta la creación directa yo creo, si bien las primeras Adictos…, Liceo… y Diego Sánchez…, parten con un trabajo escritural bastante cerrado, luego como director debo enfrentarme a ellas nuevamente junto a los actores, por ejemplo con Liceo c/n° las escenas estaban separadas por un guión negro, largo, que en el texto funcionaba como separador, pero en escena tentaba a algo pero no sabíamos a qué, finalmente fuimos rellenando hasta que apareció una canción  del Oscar que se concreta al final, con Diego Sánchez… probamos varias maneras de generar como 12 personajes con 3 actores, harto reemplazo, probar, probar, abandonar, replantearse y ponerse plazos, eso sí es importante, ponerse plazos fijos y no patearlos, no esperar la perfección ni mucho menos, aceptar que una obra de teatro es un proceso que no acaba. Por otra parte en lo de Mariachi Huevo, llevé un texto más inacabado, con vacíos, escribí, junte otros textos, luego pedí textos a los actores y salieron otras cosas, de repente con un texto de 2 estrofas en verso, sacábamos un baile de 5 minutos, inventar y darse permiso para jugar en grupo y luego lo del impro que si bien lo vengo desarrollando a parte hace rato, todos estamos jugando con eso, nos dimos cuenta que era mostrable, pero por el momento sólo es un Show.



6.    ¿Cuáles son las proyecciones de la compañía? ¿El adelanto que vimos en Teatro Bar de La Cuchilla es una de ellas?



Si, aunque es media misógina, no calentó tanto a la compañía pero dicen que se retoma, es callejera y grandilocuente, así que se viene, ahora lo que más suena es hacer una obra nueva, con un gran mesón que sirva de butaca-escenario que se mueva entre la improvisación y lo pactado, logrando que la gente actúe sin saber, entre una obra y una conversación dirigida.... no se sabe todavía.



7.    ¿Cómo evaluarías la experiencia de Julio Tropical en Teatro Bar?



Buena, porque nos apuró  a remontarlo todo en un mes, obviamente eso también lleva al “Chasquillísmo” pero de cierto modo era propio del bar, de ese espacio que es para otra cosa, es bueno porque ese borracho que se aburre te dice “ándate pa la casa” en vez de aburrirse como ostra y después aplaudir y dar palmaditas en la espalda, es más concreto y desacraliza el asunto.



8.    Como creador escénico del teatro local emergente, ¿qué mensaje dejarías para los futuros actores que hoy se encuentran en proceso de formación?



Que hagan obras, que sean porfiados, que la U es para aprender herramientas no para vaciar tu alma allí, que recuerden cada cierto tiempo que es una institución capitalista y que nadie los obliga a estar allí, para que no pasen rabias digo yo. Y que insistan porque es difícil en el sentido de poco rentable y complicado, hacer una obra al segundo, tercer o cuarto intento y que no hay problema en eso.



9.    ¿Cuál es tu postura personal frente al teatro amateur que se realiza en la región en comparación con el que proviene de la academia?



Yo tengo problemas con lo fome, o malo o mal hecho más que con la procedencia, yo les cobro mayor autoría no más, sobre todo a los grupos amateurs jóvenes, que no esperen a un Director, que se hagan cargo de su propuesta aunque no se dediquen solamente al teatro.



10. ¿hay algún objetivo como compañía que vaya más allá de proyecciones cercanas, algo así como una ambición compartida?



No estoy seguro, yo creo que, descentralizar el teatro, hacerlo factible, devolvérselo a la gente y en una de esas vivir de él.



11. ¿Algo que decir antes de concluir esta entrevista?



31 minutos tiene muchas capas, la puedes ver con tu sobrino y tu padre y todos se ríen, creo que ahí está la clave en entregar capas de información, para los despistados y el crítico, que les sirva a todos y no por eso deje de ser profundo, radical y político.


*Edición: Paz Francisca Soto


[1] Si aludimos al género literario que es el drama, el título teatro postdramático indica la interdependencia continua entre teatro y texto, aun cuando aquí el discurso del teatro ocupa una posición central y que, por este hecho, es cuestión del texto sólo como elemento, esfera y material de la disposición escénica y no como elemento dominante. Palabra de Hans Thies Lehmann en el artículo,El teatro postdramático: una introducción”. Universidad Johann Wolfgang Goethe, Frankfurt, Alemania. Traducción, Paula Riva, Revista de teoría y crítica teatral Telón de Fondo. N°12, diciembre 2010.

[2] Ricardo Padilla, “El Teatro Épico (Berthold Brecht)”, link: http://www.nexoteatro.com/Bertolt%20Brecht.htm

[3] http://www.elmartutino.cl/admin/render/noticia/24807

[4] “Boalista” de Augusto Boal autor brasileño del Teatro del Oprimido.

[5] Esta expresión significa… la historia de la obra, los hechos, eventos, época, tiempo y lugar de acción, condiciones de vida […] todas las circunstancias que son dadas a un actor para ser tomadas en cuenta al crear un papel. Constantin Stanislavski: Manual del actor, Ed. Diana, México D.F., noviembre 2004


[7] Póiesis: Construcción de sentido, véase Filosofía del Teatro tomo I y II de Jorge Dubatti.


[8] José Antonio Navarro Álvarez: Actividades de Antonio Maceo en la Cuenca del Caribe. Sitio web: http://www.eumed.net/libros-gratis/2011d/1025/Consideraciones%20historicas%20metodologicas%20del%20latinoamericanismo%20en%20Antonio%20Maceo.htm