domingo, 23 de marzo de 2014

CAÓTICA



Una obra que nos esculpe en varios sentidos




Caótica es una experiencia. Un trabajo escénico muy sensible, delicado, político y honesto. Se ve un colectivo o mejor dicho una colectiva que trabaja en pro de un discurso y eso siempre es algo por lo que el espectador debería sentirse agradecido. Cuando menciono que considero que es político, no lo digo en el sentido brechtiano necesariamente, ni piscatoriano, sino por el claro fin revolucionario del discurso que propone la obra. Es claro, directo y a pesar de esto, poético, eso es lo que más convierte a Caótica en una experiencia. A pesar de considerar que aún es un trabajo técnicamente sin zanjar, perdiendo por momentos el ritmo que se propone, sin embargo avanza y llega hasta el fin conservando la atmósfera femenina que llena todo el espacio de la sala de teatro.

Caótica es una mujer, pudiendo ser todas o una sola a la vez: las del escenario, las del imaginario, las del público, las de la calle afuera del teatro, las morenas, las teñidas, las rubias, las latinas, las gringas, etc. Es una Venus de Milo contemporánea.

Al presenciar este espectáculo, sentí la sensación de estar observando el trabajo de la directora, Carina Aspillaga, como quien observa la labor de una artista creando la escultura de una mujer, que es ella misma o todas nosotras las de hoy y las de ayer. Caótica es una puesta en escena llena de detalles, de pliegues, donde es imposible no identificarse con la condición femenina, la verdad es que no sé cómo será la experiencia para un hombre, pero de lo que sí estoy segura es que servirá mucho para que puedan conocernos más, y no lo digo en un sentido sexista, en absoluto, si no con el ánimo de realzar la iniciativa de la Colectiva LaWasha, que contemplo como una búsqueda de reivindicación del género. Cada actriz, Lucía Silva, Paz Francisca Soto y Amanda Puentes, es como una pieza que arma la escultura. La menstruación, la masturbación femenina, son temas que se tocan, pero no de manera grotesca, si no por el contrario, de manera audaz, discursiva y poética. En el primer momento, el personaje que interpreta Lucía, la joven que se está conociendo a sí misma, que tiene miedo, que le cuesta entender lo que le está pasando o lo que en virtud ya le pasó y que su madre no le contó o no le advirtió o nunca se tomó el tiempo para conocerla o para tener una relación cercana, de amigas, de hermandad femenina; el personaje de Paz, confundida pero fuerte, es esas mujeres que viven aceleradamente, pero tranquilas, en apariencia nada las traspasa, pero en el fondo de su ser, son las féminas más sensibles de todas, las que más se contrarían, esta intervención es un extenso y veloz soliloquio lleno de contradicciones. Por otra parte, quiero detenerme, en la conmovedora interpretación de Amanda, silenciosa, pero elocuente, bella y podrida, una cáscara de mujer “perfecta”: femenina, atrapada entre las redes de un estereotipo marcado por las máquinas depiladoras, secadores de pelo, maquillaje, entre otras cosas. Es espeluznante la manera en que estos artefactos eléctricos se apoderan de la danza que interpreta, partiendo de movimientos cotidianos a la exacerbación de éstos, al límite de una especie de huracán entre su cuerpo, los cables eléctricos, el vestido rosado y su propia voz en off, entonando su historia en versos libres. Desde ésta perspectiva me gustaría objetar que, los inicios de la dramaturgia de Caótica, en parte son creación de Andrea Caballería, única integrante de la Colectiva que no es actriz, sino profesora de educación básica. Ella en el conversatorio pos obra del cual fui parte, explica que a pesar de llevar muchos años escribiendo y relacionándose con la literatura, nunca había escrito para construir un texto dramático, es más, se puede decir que Caótica en gran parte es una adaptación de su propia prosa poética. Una vez más el teatro demostrando que todo es teatralizable.

A pesar de lo mucho que me agradó apreciar el primer trabajo escénico de la Colectiva LaWasha, creo que falta unión entre los monólogos que están por momentos un tanto fragmentados, nada que con más experiencia no se pueda resolver. En especial el final, parece poco claro, pudiendo ser bello, sobre todo por el soundtrack que le acompaña. En general, considero que la banda sonora escogida está muy bien acertada (Nancy Sinatra, Chavela Vargas, The Velvet Undergroud), te lleva a otros rincones, son todas las canciones y sus autores muy distintos, pero de alguna manera todo se conecta. Como siempre la magia teatral cobra su peso. Concluyo que el mayor problema de esta puesta es el ritmo, pues se proponen rapideces, o lentitudes que por momento no se logran sostener escénicamente. Sin embargo, especialmente en términos temáticos no deja de ser una experiencia enriquecedora para ambos géneros. Quien sabe, quizás el anonimato del autor de la Venus de Milo sigue como tal porque se trata de una autora, noticia que en una sociedad patriarcal como la nuestra, sería imposible de escuchar o de difundir. Pero, ¿Quién más idónea que una mujer para reconstruirse a sí misma?
L.C.


*Edición: Paz Francisca Soto


FICHA TÉCNICA
Compañía: Colectiva LaWasha
Obra: Caótica
Idea Original: Andrea Caballería y Carina Aspillaga
Dirección: Carina Aspillaga
Asistente de dirección: Colectiva LaWasha
Puesta en escena: Colectiva LaWasha
Elenco: Lucía Silva, Paz Francisca Soto, Amanda Puentes


NOTA: esta obra la pude ver en el marco de GESTA 1er Festival de Teatro Porteño Femenino, en enero del 2014

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