domingo, 3 de agosto de 2014

EL BUENO, EL MALO Y EL FEO


Parodiando el sueño americano en su máximo esplendor chilensis





Más que la obra de teatro en sí, Sir Walter Scott es un proyecto teatral que crea mucha expectativa. Una producción que hace parodia de lo que sería una publicidad al más puro estilo americano, capitalista, neoliberal. Una manera muy ingeniosa de atraer audiencia desde un referente reconocible: uno de los western más famosos del mundo.
Utilizando el clásico film hollywoodense, como parte de una táctica de marketing se logra un trabajo pulcro y que no deja de crear expectativas desde el principio (promoción de la obra a través de las redes sociales con pequeños cortos cinematográficos en los cuales, los personajes se convierten en señuelos para generar un interés en esta compañía de producciones, llamada Sir Walter Scott). Una manera muy inteligente de contextualizar y utilizar una película yanqui, al titular la obra como el film de Clint Eastwood: El bueno, el malo y el feo;  gracias a lo cual se logra atraer la atención del público. No es casualidad que su primera temporada en la Sala Síntoma Teatro fuera tan exitosa.
El bueno, el malo y el feo es una comedia fresca y enérgica que es imposible no disfrutar, tanto para los que la interpretan como para el público. Al comienzo no entendemos muy bien la relación con el western, corriendo el riesgo de que la obra se duerma en los albores de una mera entretención, un panorama de fin de semana, pero mientras la pieza avanza comprendemos que es a propósito, apareciendo la crítica hacia el sistema, sobre todo hacia el referente televisivo que constantemente nos invade con sus programas vacíos ofreciendo sabrosos premios en pesos. Es muy intrigante este cruce que hacen entre el referente hollywoodense, como ejemplo de lo que imitamos, o que nos hacen imitar, pretendiendo hacernos creer que ahí está la felicidad. Es así como los programas televisivos buscan esta complicidad con sus auditores, con el único objetivo de quedar como generosas instituciones que dan oportunidades a la gente, cuando en realidad los únicos beneficiados son precisamente los que entregan los premios.

Clint Eastwood y el western, el ícono llevado y aprovechado al extremo
Insisto en que El bueno, el malo y el feo de Sir Walter Scott es una inteligente manera de teatralizar el western clásico, que culturalmente no nos pertenece en absoluto, pero que sin embargo a través del ansia de que se cumpla el sueño de los personajes, nos hace involucrarnos y empatizar con la historia que se cuenta: un grupo de amigos y conocidos que se juntan para recrear una escena de la película norteamericana, con el fin de ganar un concurso de imitaciones en un programa de televisión. A través de las situaciones y los personajes, apreciamos características propias de nuestro contexto neoliberal, como: fanatismo, ambición de fama, el populismo de los programas televisivos de esta categoría, en fin, el sueño americano en su máximo esplendor local, provinciano. La obra termina con un final extraño pero que, como en el cine, genera curiosidad por una presuntuosa segunda parte.
La figura del actor y director norteamericano es manipulada a tal punto, que incluso uno de los actores de la obra (Víctor Álvarez)  posee un singular parecido con el ícono del western cinematográfico. A este tipo de detalles me refiero cuando planteo el aprovechamiento y explotación del signo, para reventarlo a través de esta comedia fresca y enérgica.
En cuanto a la puesta en escena y sus derivados, existe una buena construcción de espacio escénico: lo suficientemente simple y creíble para vivir el viaje. Las actuaciones, Víctor Álvarez, Daniel Riquelme, Eduardo Silva y Braulio Verdejo, en general son buenas, a pesar de que los estilos de interpretación se confunden, quedando estas diferencias como consecuencia del azar. A pesar de todo cada uno defiende su forma de interpretación, dotándola del atractivo que necesita esta comedia, aunque ello pruebe que falta una decisión clara desde la dirección escénica.
Por otra parte la dramaturgia, se condice acertadamente con la puesta escena, en una sorprendente evolución de las situaciones que una tras otra nos van seduciendo hacia la sorpresa de un inesperado final, absurdo y disparatado que, aun cuando la obra termina, provoca la evidente sensación de que no es el fin, aludiendo a la existencia de una segunda parte, tal cual como lo haría una saga o una serie de televisión.
Sólo falta afinar detalles, como es usual en los estrenos, pero en general el trabajo corre y corre muy bien, falta tomar una decisión, todavía no hay una claridad escénica en cuanto a estilos actorales, si son distintos que sea una decisión y no mero azar.

¿Quién es Sir Walter Scott?
Sir Walter Scott fue un novelista y poeta británico, nacido en Escocia. Conocido por haber impulsado la novela histórica romántica y por traducir al inglés a importantes autores románticos como Wolfgang Goethe en sus primeras vinculaciones con la literatura. Se sabe que publicaba sus obras de manera anónima ya que él género al cual se dedicaba era mal visto sobre todo para un hombre con una profesión como la suya: abogado. Este último punto es el que tomo como pieza clave para comprender por qué este grupo de actores emergentes de Valparaíso, utilizan el nombre del escritor británico como sello de creación, casi como una patente o marca registrada. Sir Walter Scott, les daría el anonimato que necesitan para criticar, ridiculizar y utilizar la mediatización yanqui: bajo el alero de un nombre extranjero y elegante que diera la impresión de que se trata de una mega producción teatral, ostentosa, exitosa, famosa, capitalista, digna de la imagen empresarial de las marcas registradas. ¿Cuál será la idea? ¿Criticar el sistema desde sí mismo? Un poco parecido a lo que hizo el verdadero Sir Walter Scott en su vida: dotar a la literatura con el poder de recuperar el pasado histórico de su nación; en el caso del equipo de producción de Sir Walter Scott, se busca posicionar el “producto teatral” en el marco de un sistema político social y cultural, que inhibe la conservación de las artes escénicas, que son mucho más que un mero panorama de fin de semana.

L.C.



*Edición: Paz Francisca Soto

FICHA TÉCNICA

Compañía: Sir Walter Scott
Obra: El Bueno, el malo y el feo. Basada en una película de Sergio Leone
Dirección: Sir Walter Scott
Elenco: Braulio Verdejo, Eduardo Silva, Víctor Álvarez, Daniel Riquelme.
Producción: Paola Jerez
Efectos visuales: Omar Rivera
Director de fotografía: Javier Cortez
Edición: Robbert Bustock
Música: Ennio Morricone y Víctor Álvarez


No hay comentarios.:

Publicar un comentario