martes, 3 de junio de 2014

MARAT SADE


Una obra enérgica y espectacular



Marat Sade es el egreso y práctica profesional del 2013 de la carrera de Teatro de la Universidad de Playa Ancha, dirigido por Alberto Zeiss.
Antes de analizar en profundidad este espectáculo, me detendré en explicar de dónde proviene este texto dramático del dramaturgo alemán Peter Weiss (1916-1982).
El nombre original de Marat Sade es: Persecución y asesinato de Jean Paul Marat representado por el grupo teatral del hospicio de Charenton bajo la dirección del Marqués de Sade. Partiré por contextualizar lo más brevemente posible sobre el autor y la importancia del momento en que fue escrita esta obra. Peter Weiss fue un artista multidisciplinario que dedicó su vida al documentalismo, ya sea a través del cine, la pintura, la narrativa o el teatro. Weiss contribuyó significativamente en la aparición de un nuevo subgénero dramático denominado drama documental, lo que con el paso del tiempo se ha desarrollado y transformando en una nueva manera de ejercer esta disciplina más conocida como Teatro Documental.
Este tipo de escenificación, surge de la mano de importantes figuras como Erwin Piscator (1893-1966) y Bertold Brecht (1898-1956), sin embargo el desarrollo desde la dramaturgia le pertenece Weiss. No obstante Marat Sade es la obra con menos rasgos documentales del autor, ya que pertenece a una de sus primeras creaciones dramáticas, a mediados de los años sesenta. Él era judío y al igual que muchos artistas germanos que poseían esta herencia, vivió los horrores de la persecución nazi durante la segunda guerra mundial. Gracias al exilio pudo sobrevivir, estando siempre muy presente en él la misión de focalizar su arte precisamente a la documentación y conservación de la memoria de un país maltratado por las innumerables masacres bélicas de esta guerra. Peter Weiss escribe esta obra basándose en conceptos artaudianos y brechtianos, con el objetivo impulsar un cuestionamiento hacia la revolución político-social, ya que su impulso creativo parte desde un lugar diferente al de Brecht o Piscator. Weiss crea este texto desde la herida, la derrota, los sueños perdidos, desde el duelo de los caídos y de los que siguen y seguirán cayendo. Una mirada ciertamente pesimista o que pone en tela de juicio los ideales de la revolución pero que no deja de identificarnos como creadores y creedores de un arte en pro del bienestar social.
Jean Paul Marat fue un jacobino impulsor de la condena a muerte en la guillotina de Luis XVI y quien años más tarde fuera asesinado por la girondina Charlotte Corday, suceso real acontecido en tiempos de la revolución francesa. Por otra parte, el Marqués de Sade, escritor conocido por la fuerte carga erótica de sus creaciones, fue un revoltoso prisionero político y hereje, que en la misma época y país es internado en el hospicio de Charenton, con el particular diagnóstico de “demencia libertina”, sin embargo su ímpetu le permitió entre otras cosas, formar un grupo de teatro integrado por los mismos internos, consiguiendo gran audiencia parisina y el desprecio de entidades eclesiásticas y políticas, razón por la que casi toda su obra fue destruida. De modo que lo que hace Peter Weiss es idealizar este antecedente del Marqués de Sade proponiendo que él, junto a su grupo de actores internos de Charenton, representen la muerte del político revolucionario Jean Paul Marat en manos de la girondina Charlotte Corday. Es decir, teatro dentro del teatro. El texto además propone una serie de canciones, que sin ser el guion de un musical, pueden ser consideradas como una pequeña ópera. En 1967 fue llevada al cine por Peter Brook, aunque sin perder su esencia teatral. Fue así como Marat Sade se convirtió en la obra más exitosa del Peter Weiss.

El problema de llevar a escena textos extranjeros

Luego de esta extensa pero necesaria contextualización, vuelvo al egreso uplaniano del 2013,  donde el mayor problema de esta escenificación es precisamente el de llevar a escena un texto extranjero.
Si uno como espectador no está en conocimiento de ninguno de estos antecedentes, ¿logrará tener un goce del espectáculo igual al del espectador instruido al respecto? Esa es mi gran duda siempre a la hora de escenificar un clásico o cualquier obra extrajera, que de por sí esté tan arraigada a un contexto y a una historia que no necesariamente nos pertenezca.
Si uno no está al tanto de estos precedentes históricos, es muy difícil comprender el verdadero sentido de la obra, quedándonos sólo con las coreografías, las canciones, y espectacularidad sobre todo visual de la representación. Es aquí cuando me pregunto ¿cuál será el objetivo de remontar un texto germano de post guerra que recrea una situación de la revolución francesa para poner en tela de juicio un ideal revolucionario? Tomando en cuenta que el abuso de poder y la sed de derrocamiento de quienes nos gobiernan, sigue vigente desde que se escribió el texto hasta la actualidad; tiene sentido considerar el hecho de que la generación recién egresada fue partícipe, de manera voluntaria (en algunos casos y en otros no tanto) del controvertido movimiento estudiantil del año 2011. Lamentablemente, precisamente en este sentido, el ideal de revolución no se ve reflejado en esta puesta en escena, ya que no se expone en ningún momento este referente, sólo escuchamos los nombres de los personajes históricos que de no conocerlos previamente, nos suenan a la trama de una anécdota entretenida y disparatada. Desde esta mirada, considero que faltó darle más peso al discurso de la obra, traerla a nuestro contexto, y como en su momento lo hizo Weiss, hablar con la referencia universal que es la revolución francesa, sobre el  propio ideal de revolución.

Espectacularidad y energía

A pesar de esto, no puedo desmerecer la gran espectacularidad del trabajo, tanto desde la puesta en escena, como desde las actuaciones -sobre todo considerando el valor agregado de la interpretación de patologías-, la música y los cantos. Es una obra que emociona inevitablemente, sobre todo por las canciones a vivas voces en coro y en solitario, acompañadas de interesantísimas coreografías. He aquí un valioso ejemplo de caos teatral, donde el desorden no es azar, sino una admirable sincronía, realización de la docente y actriz Jenny Pino, a cargo del área corporal de la misma universidad. Es una obra dinámica, con bellos momentos visuales como resultado del diseño integral (Eva Lucía Rodríguez). Por otra parte, las composiciones musicales de Gabriela Cáceres son un plus para la genialidad del egreso dirigido por Zeiss, ya que desde principio a fin, no hacen más que embellecer y potenciar la espectacularidad de la obra, personalmente, hasta hoy recuerdo el último tema musical, al punto de ser capaz de tararearlo. En cuanto a la iluminación, precisa, especialmente en el momento del desnudo grupal que es particularmente hermoso, el contraste de la luz detrás de los cuerpos, logra una imagen inolvidable.
Desde lo actoral, la obra sufrió algunos cambios de elenco entre una tanda de funciones y otra. En la primera oportunidad que lo presencié, las actuaciones eran dispares, notándose las diferencias en el nivel de compromiso de los distintos intérpretes con el discurso de la obra, lo cual se hacía visible en la creación de personaje, que en algunos casos distaba de una creación desde el discurso y se acercaba más a una creación desde la forma externa, más que desde una actuación comprometida. El nuevo elenco, en cambio, muestra mayor fuerza, convicción y energía, sin embargo aún falta recuperar el ritmo que lograba el primer elenco, un engranaje donde el caos aportaba y no restaba al montaje. Una mezcla de ese vigor e identificación discursiva que percibí en esta oportunidad más el ritmo de la primera, hará crecer enormemente el trabajo.

 Desde la dirección no hay mucha búsqueda más allá de la interpretación literal del texto weissiano. Ello se contempla en el amplio sentido de la puesta en escena, no hay una reinterpretación. Por dar un ejemplo, no hay una utilización del recurso clave y universal que es el referente de la revolución francesa, para hablar de otra cosa, no del marqués, ni de Marat y su asesinato, sino del tema clave que es esencialmente la revolución, el alzamiento de las masas alienadas, el ejercer presión hacia la entidad institucional y sus parámetros absurdos, en fin. La esencia política de Marat Sade, no se alcanza a percibir, sólo nos emocionamos por la entrega de los intérpretes, el dinamismo de las coreografías, la armonía musical y el hermoso texto de Weiss. Lo cual evidentemente no es malo, porque uno como público disfruta, pero no pasa mucho más allá del entretenimiento familiar.
L.C.



*Edición: Paz Francisca Soto


FICHA TÉCNICA
Egreso de la carrera de Teatro Upla 
Obra: Marat Sade
Dramaturgia: Peter Weiss
Dirección: Alberto Zeiss
Elenco actual: Camila Alarcón, Karina Díaz, Daniel Riquelme, Eduardo Silva, Francisco Rojas, Karina Mercado, Mariela Laterra, Mario Ubilla, Braulio Verdejo, Francisca Zúñiga, Francisca Zapata, Paola Jerez, Paula Céspedes, Beatriz López, Esteban Cepeda, Claudio Díaz.
Diseño integral: Eva Lucía Rodríguez 
Escenografía: Eva Lucía Rodríguez 
Sonido/música: Gabriela Cáceres
Coreografías: Jeny Pino

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